¿Que no hay divisiones en el PP sobre el aborto Hombre, uno comprende que los jefes de prensa tienen que vender lo que les dicen... aunque sea cierto, pero esto ya es demasiado.

Primero sale a escena el inefable presidente extremeño del PP, José Antonio Monago (en la imagen), pidiendo consenso, con un argumento sutilísimo: no se puede obligar a nadie a ser madre. Tiene toda la razón nuestro bombero pirómano: en efecto, como no se puede obligar al niño inocente a ser troceado.

Entonces sale el valenciano Alberto Fabra, para recordar que el bombero del PP gobierna gracias a los comunistas extremeños -el famoso compromiso histórico- y tiene que decir esas cosas.

El aludido, el bombero, se cabrea, y se autopregunta quién está más centrado en el PP. Es decir, que él, que propone el aborto libre de doña Bibiana Aído, es de centro, para entendernos. A renglón seguido se rasga las vestiduras y recuerda, dita sea, que se le condena por pedir consenso.

Y tiene mucha razón nuestro bombero: está reclamando consenso sobre quién tiene derecho a vivir y quién no. Un consenso democrático.

Llega la Ejecutiva del Partido Popular del miércoles por la mañana. Una 'matiné'. Esperanza Aguirre asegura que está contra el aborto, porque siempre es "un fracaso". Me encantan los eufemismos peperos. Hombre no, doña Espe: un aborto no es un fracaso, es un asesinato. Y todo asesinato es un fracaso, pero no todos los fracasos terminan en homicidio.

Por lo demás, si el aborto siempre es un fracaso: ¿Por qué no se prohíbe

La catalana Alicia Sánchez Camacho asegura que hay unidad bajo el paraguas del programa electoral, es decir, el derecho a la vida. ¿Derecho a la vida con una ley como la del 85 que alcanzó los 112.000 abortos anuales ¡Joé con los derechos! 


Y luego está la inefable Celia Villalobos, pidiendo libertad de voto sobre la ley del aborto. Lo de menos es que la princesa Leia le haga el trabajo sucio a los socialistas. Lo más relevante es que Villalobos, al igual que su esposo, Pedro Arriola, asesor político del presidente, no creen en el derecho a la vida. Y claro, nadie da lo que no tiene.  

Insisto: o crees en la vida o no crees. Y quien centra el debate gana el debate. El debate no puede centrarse en la promoción del asesinato o en la reducción del número de asesinados. El debate hay que centrarlo en el derecho a la vida y ahí no hay debate alguno: se trata de defender toda vida humana, mejor, a todas las personas, que lo son desde su concepción. Pero con un PP tan acomplejado no hay manera. O el principio de la protección de la persona se convierte en un valor no negociable o seguiremos donde estamos: en la barbarie cotidiana del infanticidio.

¿Te enteras, Mariano

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com