La fibrosis hepática es una de las principales consecuencias del daño crónico en el hígado. Su detección precoz y su seguimiento riguroso son esenciales para evitar que evolucione hacia complicaciones mayores como la cirrosis o incluso el cáncer hepático.

Doctora Muñoz y doctor Ramos Aparato Digestivo Quirónsalud Toledo y Talavera

 

 “Por fortuna, en los últimos años, se han incorporado tecnologías avanzadas que han permitido dar un salto de gigante en el abordaje de estos problemas”, como apunta la Dra. Isabel Socorro Muñoz Hernández, coordinadora del servicio de Aparato Digestivo del Hospital de Día Quirónsalud Talavera y del Hospital Quirónsalud Toledo, donde se ha abierto una consulta monográfica especializada en Hepatología.

Una amenaza silenciosa

A menudo, la fibrosis hepática no presenta síntomas evidentes en sus primeras fases, lo que dificulta su diagnóstico. Sin embargo, su evolución es progresiva. El daño sostenido en el tejido hepático, causado por enfermedades como las hepatitis virales, el consumo de alcohol, el sobrepeso, la diabetes o incluso algunos fármacos, provoca una cicatrización del hígado que afecta progresivamente su funcionalidad.

En los últimos años, la elastografía de transición (conocida también por su nombre comercial, FibroScan) se ha consolidado como una alternativa eficaz, segura e indolora para conocer con precisión el estado del hígado

Conocer el grado de fibrosis hepática es fundamental, ya que permite establecer un pronóstico claro y tomar decisiones terapéuticas adecuadas desde fases muy iniciales de la enfermedad. Una detección precoz puede frenar su progresión y evitar complicaciones graves.

Tradicionalmente, la biopsia hepática era la única forma de conocer con precisión el estado del hígado. Sin embargo, esta técnica invasiva presenta limitaciones: requiere hospitalización, puede generar molestias y conlleva ciertos riesgos. En los últimos años, la elastografía de transición (conocida también por su nombre comercial, FibroScan) se ha consolidado como una alternativa eficaz, segura e indolora.

Esta técnica permite medir la rigidez del hígado -indicador del grado de fibrosis- en pocos minutos, de forma no invasiva y sin necesidad de preparación previa. Gracias a su precisión y comodidad, se ha convertido en una herramienta esencial para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades hepáticas crónicas.

Un modelo asistencial más cercano y eficaz

De esta manera, puede abordarse la dolencia desde la perspectiva de un un modelo de atención integral, de modo que la consulta de Hepatología, dentro del servicio de Digestivo, puede orientarse al abordaje especializado de pacientes con enfermedades hepáticas agudas o crónicas. En la misma sesión asistencial, los pacientes pueden ser valorados clínicamente y someterse a pruebas como la elastografía hepática o la ecografía hepatobiliar, lo que evita desplazamientos adicionales y garantiza la continuidad del seguimiento por parte del mismo especialista.

El daño sostenido en el tejido hepático, causado por enfermedades como las hepatitis virales, el consumo de alcohol, el sobrepeso, la diabetes o incluso algunos fármacos, provoca una cicatrización del hígado que afecta progresivamente su funcionalidad

Este servicio está especialmente dirigido a personas con hepatitis virales o autoinmunes, hipertransaminasemia persistente, hígado graso (esteatosis), cirrosis, enfermedades hepáticas de origen genético o inducidas por tóxicos, entre otros cuadros.

Una apuesta por la medicina preventiva

Una unidad de estas características refleja la creciente importancia de la medicina preventiva. En palabras del Dr. Alexis Ramos Rosario, como referente de la consulta de Hepatología del hospital: “La clave está en adelantarnos a la enfermedad. Si conseguimos identificar a los pacientes en fases iniciales, podemos actuar con mayor eficacia y mejorar notablemente su calidad de vida”.

La integración de tecnología, especialización y cercanía para ofrecer una atención de excelencia es clave en los problemas hepáticos.