En el siglo XX, los conflictos bélicos ocurridos en diferentes países de los distintos continentes, causaron grandes estragos en la población. En Europa, por ejemplo, la escasez de alimentos básicos durante o después de una guerra,  provocó que las mujeres embarazadas tuvieran niños con bajo de peso al nacer y, según estudios epidemiológicos, esos niños, a lo largo de su vida, padecieron enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurológicas.

Estas evidencias han hecho que la población en general y las mujeres en particular tomen conciencia de la importancia que tiene una alimentación adecuada durante el embarazo, pues en este periodo se establecen las bases genéticas, moleculares y metabólicas del ser humano.

La alimentación durante el embarazo influye tanto en la vida del feto como en la futura salud del bebé. El exceso o defecto de ciertos estímulos nutricionales en ese momento, puede modificar estas bases. Por eso debe ser variada, equilibrada y saludable y deben estar presentes todos los grupos de alimentos. Esto se conoce como “programación fetal”.

El hierro también es esencial para el desarrollo psicomotor del feto, además se deben mantener los niveles aconsejados para evitar partos prematuros y bajo peso al nacer

Durante los primeros meses de embarazo es esencial seguir una alimentación que aporte todos los nutrientes que el cuerpo necesita. Fruta fresca, verduras y hortalizas variadas, productos lácteos, si puede ser mejor desnatados, que proporcionan el calcio que el bebé necesita para crecer y fortalecer los huesos, carne, pescado y huevos que proporcionan proteínas.

Una dieta sin demasiadas calorías y equilibrada en hidratos de carbono, grasas y proteínas minimizará las molestias durante la gestación (mareos, cansancio, estreñimiento) y disminuirá los cambios de ánimo además de prevenir enfermedades en un futuro al bebé. “Una alimentación saludable, completa y variada, basada en la dieta mediterránea, ayudará a evitar la obesidad infantil, una terrible lacra que afecta a una gran mayoría de niños”, explica Mercedes Romero, jefa del equipo de matronas de Quirónsalud Sagrado Corazón-Nuevelunas. Es muy importante que la futura madre cuide no solo la salud del bebé durante el embarazo, también tiene que conocer cuáles son los mejores hábitos alimentarios para que su hijo crezca sano. “Después del nacimiento aconsejamos la lactancia materna como mejor opción para el recién nacido y poco a poco ir introduciendo otros alimentos como fruta, verdura o proteína animal para el adecuado desarrollo” asegura Mercedes Romero.

El ácido fólico es esencial para el desarrollo neuronal del bebé. Está presente en las verduras de hoja verde, en los cereales integrales, las legumbres, el plátano, los huevos, en los frutos secos y en la naranja. Para la absorción del ácido fólico es necesaria la vitamina B12 que se encuentra en la carne, el pescado, la leche y sus derivados y en los huevos.

Una alimentación saludable, completa y variada, basada en la dieta mediterránea, ayudará a evitar la obesidad infantil, terrible lacra que afecta a una gran mayoría de niños

El hierro también es esencial para el desarrollo psicomotor del feto, además se deben mantener los niveles aconsejados para evitar partos prematuros y bajo peso al nacer. La carne, el marisco y las legumbres son alimentos ricos en hierro, pero deben consumirse siempre con otros que contengan vitamina C.

Para que sinteticen las hormonas tiroideas durante la gestación, es fundamental consumir al menos tres raciones de leche o alguno de sus derivados y dos gramos de sal yodada al día. Esta cantidad aporta el Yodo necesario para el correcto desarrollo metabólico del bebé. Consumir sardinas en conserva y tomar el sol al menos 20 minutos al día, aporta vitamina D y Calcio a la futura madre y por tanto al niño. En el desarrollo del cerebro y de la retina los ácidos grasos Omega 3 juegan un papel fundamental, están presentes en los pescados grasos como el salmón, las sardinas y en las algas marinas. Además de proteger la placenta, son importantes para el desarrollo neurológico, visual y psicomotriz del recién nacido.

Seguir una dieta equilibrada en el embarazo implica un gran compromiso y mucha disciplina, sobre todo si supone un gran cambio en los hábitos alimenticios, pero, al final, el bebé y el cuerpo lo agradecerán.