El alcalde-presidente de Valencia Joan Ribó ha vuelto a tener una gran idea. Ya impulsó una Navidad sin belén, ni árbol, ni alumbrado menos en el Jardín de los Viveros previa entrada de 14 euros. Además, no podemos olvidar sus Reinas magas. Ahora el edil valenciano se inventa un problema y aporta una solución, los bautizos civiles

Se trata de una propuesta aprobada en la Junta de Gobierno Local "a propuesta de ciudadanos y ciudadanas que han planteado la posibilidad de celebrar la llegada de un nuevo niño o niña a sus familias sin que dicha ceremonia deba tener un carácter religioso", por lo que a Ribó se le ha ocurrido la celebración de ceremonias de carácter civil para dar la bienvenida a los recién nacidos. 

Porque según la web del Ayuntamiento, "todos los niños y niñas tienen los mismos derechos, y si sus progenitores no quieren bautizarles por no ser creyentes, hay que darles una alternativa". ¿Qué alternativa? No se puede llamar bautismo a una ceremonia que no lo es. Si no se cree en el bautismo, estupendo, pero lo del bautizo civil es un absurdo en sí mismo, que lo único que busca es molestar a los católicos y a la Iglesia. Para dar la bienvenida al nuevo bebé podrían hacer una fiesta con regalos al inscribirlo en el registro Civil. Y más, un niño bautizado tiene derechos y tiene deberes, como nuevo cristiano que pasa a ser, deberes que lógicamente no surgen de la ceremonia civil de Ribó. 

La idea ya es demencial y absurda, pero es que Ribó no conoce límites y lo peor es que puede volver a ser alcalde de Valencia. Tanto la Comunidad como la ciudad son plazas importantes de cara a las generales, la presión sobre los dos candidatos del PP, Carlos Mazón, y María José Catalá, por recuperar lo que durante 24 años disfrutaron los populares es máxima. Pero Ribó cae bien a los valencianos, pese a/o con sus majaderías. 

La última encuesta de diciembre al Ayuntamiento de Valencia, de EPDA, otorgaba una mayoría muy ajustada para la derecha. Así, Compromís, el partido de Ribó, pasaría de 10 a 8 concejales, el PSOE se mantendría estable con 7, el PP mejoraría pasando de 8 a 14 representantes, Vox crecería doblando de 2 a 4 concejales y Ciudadanos perdería los 6 que obtuvo y desaparecería. 

La mayoría absoluta está en 17 concejales, por lo que PP y Vox lograrían formar gobierno con una ajustada mayoría de 18. Eso sí, Ribó no tiene todas las puertas cerradas, sumando como hizo en 2015 con el PSOE, obtendría 15 concejales, por lo que no hay nada decidido.