El viaje de Pedro Sánchez a Jordania y Arabia saudí está resultando un fraude monumental, en primer lugar, pero, además, una salvajada que pone en peligro, una vez más, no ya la justicia -eso, por supuesto- sino el sentido de las proporciones.

Siguiendo la propaganda monclovita, tenemos a unos terroristas gazaríes, que hacen la guerra escondiéndose detrás de sus mujeres y niños, a quienes no dudan en inmolar por la causa.

Pues bien, estos son los buenos para Sánchez. Desde Jordania, a donde ha ido porque los judíos no le quieren ver, ni en Israel, ni en Gaza, ni en Cisjordania, Sánchez ha viajado a Riad, donde ha normalizado y blanqueado a uno de los sátrapas más peligroso del siglo, Mohamed Bin Salman, convertido ahora -tiene bemoles la copla- en el bueno de la peli.

Más consecuencia desastrosas de nuestro trotamundos: Sánchez ha 'normalizado' el chantaje petrolero de Riad a Occidente

Dicho de otra forma, Sánchez ha blanqueado al venenoso homicida Salman ante Europa, donde todavía juega un papel el presidente del Gobierno español, a la espera de las próximas elecciones europeas.

Salman es un personaje de corte herodiano, que ha subido al poder a costa de eliminar o encarcelar a todos sus posibles competidores. Es decir, he llegado a la cumbre en el país de la Meca a costa de homicidios y encarcelamientos. Ha convertido a los servicios secretos saudíes en matones a sueldo que no dudan en asesinar a cualquier enemigo del déspota, en Arabia o en el extranjero, ha convertido al Líbano en un juguete roto, donde sólo la milicia Hezbolá, es decir, pro-iraní, es decir, chiíta, en el único adversario de Riad.

El episodio del secuestro del primer ministro libanés Saad Hariri, secuestrado en Riad durante una semana para que quedara claro quién mana en el antes floreciente enclave cristiano en Oriente próximo y el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi. torturado asesinado en territorio turco (en el consulado saudí en Estambul), son que Erdogan levantara la voz en exceso, constituyen dos buenas pruebas de cómo se las gasta el señorito Salman ante al que ahora sonríe, beatífico, nuestro Sánchez.

Dos apuntes: Riad se comporta de modo mucho más salvaje en Yemen que Israel en Gaza, pero eso no provoca respuesta alguna por parte del presidente español, claro está.

Económicamente, el Sultán de Riad, nuestro Bin Salman, se dedica a chantajear a Occidente con el precio del crudo. Un chantaje que Rusia e Irán, -semienemigo el pimero, enemigo jurado el segundo- complementan con el chantaje del gas. Recuerden, Arabia es el principal producto de petróleo y Rusia e Irán controlan casi el 35% del gas mundial. Menos mal que doña Teresa Ribera va a descarbonizarnos mañana mismo.

Arabia se comporta de modo mucho más salvaje en Yemen que Israel en Gaza

Y lo más grave: ni que decir tiene que Riad, más que Teherán, constituye el centro neurálgico del fundamentalismo islámico más radical y más cristófobo del universo. Un lugar donde te encarcelan, torturan y asesinan, por el gran pecado y mayor delito de poseer una biblia. Pero eso no le importa  a Pedro: él no lee el Evangelio jamás.

Encima, el viaje de Pedro a Riad se produce en pleno ataque, pues de un ataque se trata, de Arabia, a través de sus fondos soberanos y de la operadora de telecomunicaciones saudí STC, a Telefónica. Y miren por dónde, Sánchez ha quitado importancia a la cuestión, una menudencia, dado que él, el Gobierno, ha aprovechado la entrada saudí para entrar en el capital de Telefónica, es decir para iniciar la nacionalización de la operadora.

Mientras, Sánchez daba vueltas en Falcon por el mundo, siempre rodeado con su equipo de RTVE y con el aparato de propaganda de Moncloa, la frivolidad innata de la vicepresidenta primera, María Jesús Montero y de la ministra portavoz, Pilar Alegría, distorsionan la cotización de la operadora, a la que Sánchez ha conseguido paralizar ante la Junta del Centenario, la del prócimo 12 de abril. Primero asegura el Gobierno que ya ha comprado el 3%, luego que tiene derivados por otro 2% y finalmente, como los saudíes han dicho que no se marchan de Telefónica porque no les da la gana, el Sanchismo recurre al habitual 'si me orinan digo que llueve' y asegura que van a por el 10%. Escondiendo la mismo tipo, tal y como hemos explicado en Hispanidad que el dinero utilizado procede los fondos europeos 'Next Generation' y que Europa ya ha advertido a España que los fondos europeos están para reindustrializar al país, no para nacionalizar industrias ya consolidadas ni para jugar a fondista en telecos y nada menos que por 20.000 millones de euros de dinero público, como anunció el descerebrado y centrífugo ministro Escrivá.

La política española está llena de cínicos frívolos y de frívolos cínicos, pero, en esta asignatura, el Sanchismo ha obtenido matrícula de honor. No tiene límites, y uno de esos límites acaba de ser traspasado: hablo del blanqueamiento de un personaje tan pútrido como Mohamed Bin Salman.

Pero, ¿qué le dan a Sánchez los moros?