Sigan a este hombre: Dimitri Peskov. Es el portavoz del Kremlin y acaba de asegurar, en entrevista con la CNN, que Rusia podría emplear su arsenal atómico, unas 6.000 ojivas nucleares, si viera peligrar su "existencia".

De entrada, sorprende que Peskov hable de la hipótesis de un final de la patria Rusia, cuando se supone que iba a invadir Ucrania como un paseo militar. Los vencedores no suelen hablar de agonías.

Convertir a Putin en un malvado de melodrama, como están haciendo Biden, Macron o Sánchez, es olvidar el misterio de la iniquidad... además de una diplomacia estúpida

Ahora bien, insisto: los rusos, y Vladimir Putin es un ejemplo, tiran a panteístas, ese gran desastre filosófico que, al final, suele concretarse en el "Yo o el caos". Si voy a caer, otros caerán conmigo para consolarme. Y ya puestos, ¿por qué no todos?

En resumen, una guerra nuclear no la veo probable pero sí posible. Rusia amenaza con la guerra atómica. Si pierde la guerra de Ucrania, y la está perdiendo, sí que veo al ya bastante enloquecido equipo directivo de Putin, al menos tentado de apretar el botón nuclear.

Mientras, en España, Pedro Sánchez se hunde en el ridículo: ni ayuda a los refugiados ucranianos, ni combate los asfixiantes precios de la energía y encima cede ante el sátrapa Mohamed VI. En el momento más oportuno, dicho sea de paso.

Contemplar a sus ministros tras la reunión del Consejo de Ministros del martes la sesión del martes 22 o en sus comparecencias en el Senado, producía un sensación de regocijante bochorno.

Juzgar a Putin como criminal de guerra queda muy bien, pero impedirá ganarse a Rusia para Occidente, en lugar de demonizarla. Europa debe librarse de la cadena norteamericana

Convertir a Putin en un malvado de melodrama, como están haciendo Biden, Macron o Sánchez, es olvidar el misterio de la iniquidad. Putin ha jugado a órdago y no está dispuesto a perder. Sus camarillas son otro panteístas que creen en la madre Rusia. Juzgar a Putin como criminal de guerra queda muy bien, pero impedirá ganarse a Rusia para Occidente, que es lo que había que hacer, en lugar de demonizarla. Europa, al tiempo, debe librarse de la cadena norteamericana. En primer lugar, defendiéndose a sí misma, en segundo lugar, extendiendo el continente hasta los Urales.

Y, eso sí, la próxima vez que Putin coloque 100.000 soldados en la frontera con Ucrania, coloquemos otros 100.000 ante la frontera rusa. Seguro que entonces no invadirá.

Porque recuerden que en la guerra nuclear puede no haber vencedores ni vencidos: sólo muertos.