La definición existente de género en el derecho internacional —“hombres y mujeres en el contexto de la sociedad”— viene en los Tratados de Roma que crearon la Corte Penal Internacional. Esta definición siempre ha suscitado debate entre la izquierda en la Unión Europea, pero en un momento en el que la ideología de género es imperante en el mundo, los países progres han impuesto el cambio de la definición.

Un delegado de la Unión Europea ya había expresado su apoyo a la adopción de una definición abierta de género a principios de semana. En un principio, Polonia y Hungría aceptaron unirse a los demás países de la UE en la adopción de una posición común. 

Pero todo cambió en un debate a puerta cerrada sobre un nuevo tratado sobre crímenes de lesa humanidad, tal y como informa FridayFax. Polonia y Hungría rompieron el criterio de la Unión Europea sobre cómo definir el término “género”. En el debate, Polonia se opuso a eliminar la definición de “género” existente y Hungría afirmó que interpretaría el término de acuerdo con sus propias leyes y de acuerdo con la definición del Tratado de Roma.

En las negociaciones, los países de cultura tradicional, en su mayoría de África, insistieron en que el género debe definirse en el nuevo tratado tal y como lo está en el Tratado de Roma en 1998. Por su lado, los países occidentales, incluidos los Estados Unidos y la Unión Europea, argumentaron que el concepto de género ha “evolucionado” desde que se negoció el Tratado de Roma, por lo que quieren que el género incluya nuevas categorías como lesbiana, gay, bisexual, transgénero, queer, intersexual y otras basadas en la orientación sexual y la identidad de género.

Cambiar la definición de género crearía nuevas categorías de crímenes contra la humanidad. Bajo una definición abierta de género, cualquier precepto legal, político y religioso que limite las demandas sociales y políticas del movimiento homosexual/trans podría ser considerado un crimen de lesa humanidad, por ejemplo, restricciones sobre el matrimonio homosexual, la adopción, el cambio de identidad transgénero y las políticas deportivas, e incluso el acceso a la terapia hormonal o cirugías para menores.

Todos conocemos que Europa bloqueó los fondos europeos a Polonia y Hungría. Y es que, ambos países están mal vistos en Bruselas: entiéndanlo, los polacos y los húngaros defienden su Constitución sobre la europea y su soberanía: no están dispuestos a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defienden la vida y la familia y son fieles a sus principios cristianos.

Nada de esto gusta a Bruselas, el Nuevo Orden Mundial (NOM) imperante en una Europa decadente ha conseguido que todo lo católico se convierta en ultra y fascista, y los únicos que mantienen los verdaderos valores europeos, los valores cristianos, son Hungría y Polonia. 

Y después de este movimiento, vendrán más ‘medidas’ de Úrsula, eso seguro.