Como contó Rocío Orizaola en Hispanidad, Joe Biden y Donald Trump fueron los grandes vencedores de la fecha más relevante del calendario de las primarias presidenciales, el súper martes. Biden, al no tener rival, tiene prácticamente asegurada la nominación, al igual que Donald Trump, quien tras aplastar a la única rival que le quedaba en las primarias, la exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, se ha quedado como único candidato republicano, tras la retirada de Haley.

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A pesar de lo ocurrido, con una indisimulada vanidad, Nikki Haley, en lugar de apoyar a Trump tras poner fin a su campaña como han hecho los principales candidatos en las primarias, afirmó de forma desafiante que “Trump tendrá que ganarse a sus seguidores”. Unas sorprendentes palabras, para un candidata que ha perdido en 14 de los 15 de Estados que estaban en liza y de forma abultada, y que, a pesar del apoyo mediático, apenas había logrado reunir 89 delegados en todas las votaciones hasta la fecha, frente a los más de 1.000 del expresidente Trump.  A pesar de las divisivas palabras de la ya excandidata Haley, no serán sus escasos electores los que decidan las elecciones presidenciales de noviembre.

Los principales medios de comunicación aseguran que Trump y Biden son los dos candidatos que la mayoría del país no quería, pero, ¿esto es verdaderamente así? Lo cierto es que son las bases de los partidos las que deciden quiénes son los candidatos

La clave estará, para los demócratas, en su capacidad para movilizar a los electores más jóvenes de 18 a 30 años, el único grupo de edad en que dominan con claridad, y por supuesto en la movilización de la comunidad afroamericana, su granero principal de votos. Por su parte, el desafío para los republicanos será consolidar e incluso ampliar su dominio entre la mayoría blanca del electorado, y seguir ascendiendo entre los hispanos, el segundo mayor grupo demográfico del país. Y tanto para demócratas como para republicanos, las elecciones se decidirán en los Estados de Arizona, Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Nevada. Quien se alce victorioso en la mayoría de ellos será el próximo presidente.

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Los principales medios de comunicación aseguran que Trump y Biden son los dos candidatos que la mayoría del país no quería, pero, ¿esto es verdaderamente así? Lo cierto es que se trata de una afirmación vacua, dado que son las bases de los partidos las que deciden quiénes son los candidatos con sus votos. En el caso republicano, la aplastante victoria de Trump en la amplia mayoría de los Estados en las primarias, no hace sino reflejar que el trumpismo es la fuerza hegemónica en el Partido Republicano, y que los antitrumpistas son una exigua minoría a desaparecer. En el flanco demócrata, Joe Biden es el candidato inevitable, ante la falta de banquillo, pero eso no quiere decir que no sea un buen candidato. Un presidente en el cargo siempre es un poderoso activo electoral, y a pesar de su evidente deterioro cognoscitivo, Biden es la mejor y probablemente única opción de los demócratas para retener la Casa Blanca. Trump, por su parte, sigue desafiando a la historia, y buscar emular a Grover Cleveland, el único presidente que ha servido en dos mandatos no consecutivos. Tras ser derrotado en su reelección en 1888, cuatro años después en 1892, volvió a la Casa Blanca, venciendo al presidente Benjamin Harrison que le había quitado el Despacho Oval cuatro años antes. 132 años después, Trump tratará de repetir la hazaña.

Conviene reflexionar cómo están las encuestas, frente a hace cuatro años. En el mes de marzo de 2020, a ocho meses de las elecciones presidenciales, Biden aventajaba con claridad en los sondeos al entonces presidente Trump con una ventaja de entre 4 y 10 puntos. Sin embargo, ahora en marzo de 2024, es Trump el que supera en algo más de 2 puntos a Biden, y goza de ventaja en la mayoría de los Estados clave. ¿Cambiará la historia en esta ocasión?