El 2 de octubre, el obispo Christory de Chartres escribió a los senadores de Eure-et-Loir, ¿el motivo? La legalización de la eutanasia está en velocidad punta en Francia. Macron, empeñado en que saliera adelante, amenazaba con referéndum popular si la Asamblea bloqueaba la iniciativa. Emmanuel quiere aprobar la eutanasia, es muy progresista, así que si lo bloqueaban recurriría a los franceses, a los que ya se encargará de convencer de que la eutanasia es querida y necesaria. Es más, según los sondeos, un 70% de los ciudadanos galos votaría a favor.

La tensión llegó porque muchos diputados consideran que la norma es "profundamente desequilibrada" a favor de la eutanasia frente a los paliativos. Además, se teme por la libertad de los médicos que puedan verse obligados a practicar eutanasias.

Pero para tranquilidad de Macron, la Asamblea Nacional francesa aprobó en mayo de este año en primera lectura la creación de un "derecho a la muerte asistida", con 305 votos a favor y 199 en contra. El contenido de la medida limita el acceso a pacientes graves o incurables en fase avanzada de su enfermedad, que padezcan sufrimientos insoportables y puedan expresar su voluntad libremente en el mismo día de su aplicación. Aunque ya sabemos que con la eutanasia se empieza con casos muy extremos y se acaba aplicando al más débil y sin consentimiento.

¿Lo mejor de todo? Las palabras "suicidio asistido" y "eutanasia" eran eliminadas del texto por sus connotaciones negativas. Pero se espera que en los próximos meses los debates, votaciones y cambios sigan adelante hasta la aprobación definitiva, ante esta situación el obispo dedica una carta a los senadores. 

En sus líneas, el obispo comienza recordando que "La tasa de suicidios es muy alta en Francia", pese a "la ayuda y el apoyo estatales, algunas personas experimentan tales dificultades que pueden acabar quitándose la vida". Habla de algo que se presencia día a día: "la angustia de los jóvenes, la preocupación de los adultos y el sufrimiento de los más pobres y amenazados". 

Sin embargo, recalca, "la esencia de una civilización avanzada es promover la vida y apoyar la de quienes sufren. Quienes piden que se les acorte la vida a menudo carecen de apoyo y compañerismo". Por lo que Monseñor Christory de Chartres, se pregunta que ante esto "¿Cuál debería ser nuestra respuesta? ¿Eutanasia? ¿Suicidio asistido?", para responder tajante que "No lo creo".

El obispo incluye en sus líneas una reivindicación de todos, sobre todo, de muchas asociaciones de familiares que pasan por efermedades incurables: la promoción de cuidados paliativos. "Todos sabemos que los cuidados paliativos son escasos en muchos lugares: la ley los promueve, pero en realidad, aún no hemos llegado a ese punto".

"La promoción del suicidio asistido y la eutanasia contradice una ley inmemorial: no matarás", recuerda, y hace otro llamamiento por los médicos y profesionales sanitarios: "Muchos médicos y enfermeros no pueden contemplar la posibilidad de cometer un acto letal; iría en contra de su conciencia y del propósito mismo de su profesión, que es cuidar y apoyar a los pacientes en su proyecto de vida, incluso si esta se acerca a su fin físico. Algunos farmacéuticos no se atreven a participar en tales actos preparando las sustancias necesarias. Para estos farmacéuticos, el Parlamento no ha defendido su derecho a la libertad de conciencia. Esto es inaceptable, porque la libertad de conciencia nunca debe ser suprimida ni limitada; es un derecho fundamental de toda persona".

"Me preocupa ver cómo nuestra sociedad avanza hacia un mayor individualismo e indiferencia hacia el destino de los demás. Internet, aunque es una herramienta maravillosa para conectar, distorsiona las relaciones naturales entre las personas, encerrando a cada uno en un universo cerrado. Necesitamos, más que nunca, proyectos de vida que creen lazos de solidaridad".

Monseñor termina con un llamamiento, "quienes han recibido un mandato de la Nación en el Senado, que promuevan un proyecto de vida, no un proyecto de muerte que manche nuestra cultura. Juntos debemos trabajar por una civilización de la Vida, donde cada persona tenga un lugar y encuentre el apoyo que anhela en su fragilidad".