Dos noticias de las últimas horas podrían suponer un cambio de rumbo en la guerra de Ucrania. La primera, la muerte de Yevgeni Prizgozhin, líder del grupo mercenario Wagner, que luchaba en el bando ruso y, la segunda, el desembarco de tropas ucranianas en la península de Crimea, ocupada por Rusia desde 2014.

Mientras, Putin participó este jueves, vía telemática, en la cumbre de los BRICS, celebrada en Sudáfrica. Ni una sola mención, ni directa ni indirecta, sobre Prizgozhin o sobre Crimea. De hecho, el gobierno ruso aún no ha dicho nada de manera oficial acerca de la muerte de su compatriota.

Lo que sí han hecho las autoridades rusas -la agencia federal del transporte aéreo- ha sido confirmar que en el avión privado siniestrado en la noche del miércoles -todavía se desconocen las causas, aunque todo hacer indicar que no fue un accidente-, viajaba Prizgozhin y otras nueve personas, entre las que estaba su número dos y cofundador del grupo, Dimitri Utkin, lo que complica el relevo en Wagner.

Sobre el desembarco ucraniano en la Crimea ocupada aún hay muy pocos datos. Los combates -madrugada del jueves- produjeron bajas rusas pero no ucranianas, según la inteligencia militar ucraniana (GUR). Rusia, de momento, y al igual que tras la muerte de Prizgozhin, no ha dicho nada.

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No es casual, en cualquier caso, que la incursión en Crimea haya coincidido con el 32 aniversario de la declaración de Independencia de Ucrania. Según los últimos datos, durante estos 18 meses han fallecido 9.000 civiles ucranianos a causa de la guerra y más de la mitad de la población (en 2021 era de 43,8 millones) ha huido del país.

¿Puede ser esto un punto de inflexión en la guerra? Ya veremos. De momento, lo que parece es que ninguno de los bandos busca la paz.