Desde el comienzo de la pandemia, los líderes del Partido Demócrata han disputado una feroz lucha por quién adoptaba las medidas más restrictivas. Los principales damnificados por las medidas liberticidas progres han sido los pequeños y medianos empresarios que han visto como, aún cumpliendo las medidas de protección, sus líderes estatales y municipales les impedían desarrollar su actividad, con la consecuente destrucción de empleos y riqueza que ello genera. Sin embargo, lo más sangrante ha sido ver cómo los mismos políticos que les forzaban al parón, se han aplicado a sí mismos unos parámetros claramente distintos y se han saltado a placer las restricciones que acordaban unilateralmente. Veamos algunos casos.

Nada hay más importante que la estética y el cuidado del cabello, y si no díganselo a la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi. Remontémonos al pasado verano, cuando el Estado de California adoptó las restrictivas medidas que, entre otras cosas, impedían que los salones de belleza pudieran abrir, salvo que operasen en espacios exteriores -un sinsentido que suponía el cierre de todos ellos-. Sin embargo, Pelosi en un apoyo sin precedentes a la economía local y a pesar de los cierres apoyados por ella misma, hizo que su peluquería de San Francisco le abriese para hacerle corte y peinado. No contenta con ello, fue también captada sin mascarilla en el interior del salón de belleza. Todo vale para estar guapa. El escándalo fue notorio pero Pelosi, no solo no pidió disculpas, sino que aseguró que había sido “víctima de una encerrona”. Claro que sí Nancy, no hay mayor trampa que un pelo enredado.

También en California, la supervisora del Condado de los Ángeles, la demócrata Sheila Kuehl, horas después de votar a favor de prohibir las comidas y cenas en espacios interiores, fue descubierta cenando en su restaurante favorito de Santa Mónica.

Y pensarán, qué enfadado tiene que estar su compañero de filas, el gobernador de California, Gavin Newsom, el mismo que ha adoptado las medidas de restricción más agresivas y que calificó a los lugares de culto como actividades no esenciales, hasta que el Tribunal Supremo le enmendó la plana, al igual que al Estado de Nueva York, como ya informamos.

Pues bien, Newsom estaba tan preocupado por el avance del COVID-19 en su Estado que acudió a la cena de cumpleaños del lobista demócrata Jason Kinney en el prestigioso restaurante con tres estrellas michelin, the French Laundry, situado en el Valle de Napa. En el cumpleaños, se superó ampliamente el número de participantes permitidos, saltándose Newsom las medidas de restricción que él mismo había firmado.

Sin duda, la gestión del coronavirus ha generado mucha tensión a los políticos demócratas. Es el caso del alcalde de Austin, Steve Adler. El mismo pidió a sus conciudadanos en un vídeo que “permanecieran en casa porque no es momento para relajarse ante la pandemia”. Pensarán: cuan comedido es el alcalde de la capital texana. Pero lo sorprendente es que ese vídeo lo envió desde el lujoso Cabo San Lucas, en México, donde llegó en un jet privado, junto con un séquito de ocho familiares y numerosos invitados, para pasar unos días de asueto.

Pero no hace falta irse a otro país para relajarse, a veces los placeres más agradables están cerca. Es el caso de la gobernadora de Rhode Island, la también demócrata Gina Raimondo quien, mientras recomendaba a los ciudadanos de su Estado que se abstuvieran de cualquier actividad no esencial, celebraba la buena vida en un bar especializado en vinos. Qué mejor que un buen vino para alegrar la vida.