Con el nombre de Acciona planeando como un fantasma, a veces con su propio nombre de forma explícita, como en el discurso de los socios del Gobierno y de Podemos (Ione Belarra), Pedro Sánchez, en otro alarde progresista, propuso elaborar una lista de empresas malas, corrompedoras de los pobrecitos políticos de voluntad débil, que se dejan sobornar, casi sin querer.
Y como en política no hay piedad, algunos de los socios de Sánchez -él no, que es un tipo elegante-, pasando de lo abstracto a lo concreto, citaban directamente a la empresa de los Entrecanales, curiosamente empresarios progres y verdes, sobre todo desde que manda el darwinista José Manuel Entrecanales, quizás los constructores españoles más cercanos al PSOE.
En definitiva, que el presidente del Gobierno, asediado por la corrupción, ha respondido con una curiosa inversión moral: la víctima es culpable. Sánchez propone castigar a las empresas 'corruptoras', con listas negras de compañías corrompedoras de gente humilde... como Santos Cerdán y similares.
Sí, el Sanchismo es así, el mundo al revés: el político, utilizando el dinero de los ciudadanos, exige a la empresa un 3% si quiere carga de trabajo para pagar las nóminas pero, atención, ¡el culpable es la empresa!
Para que no nos volvamos locos: en un chantaje, el culpable primero es el chantajista. Sí, también se puede acusar al chantajeado de no resistir al mal, pero esto sólo en segundo lugar y en calidad de complemento. En materia de corrupción, el malo es el político, no el chantajeado empresario
Además, los constructores votan a Vox, son fascistas, por lo que hay que castigar a Acciona, ACS, Sacyr, Ferrovial, etc. Mucho me temo que ninguno de ellos votan a Vox, todos se sitúan en la línea del PP y alguno, como Entrecanales, en la línea del PSOE pero dejemos eso.
Para que no nos volvamos locos: en un chantaje, el culpable primero es el chantajista. Sí, también se puede acusar al chantajeado de no resistir al mal, pero eso sólo en segundo lugar y en calidad de complemento. En materia de corrupción, el malo es el político, sólo en segundo lugar, el empresario.
El '3%' funciona así: el Gobierno, utilizó el dinero que pagan los ciudadanos para licitar obra pública: el Túnel de Belate, mismamente. Entonces, se crea una sociedad diminuta pero con buenos contactos con la Administración, un tal Santos Cerdán que no sabe hacer túneles pero sí ponerse en contacto con algún directivo de Acciona, que sí sabe hacer túneles. Esa sociedad consigue la obra con tal de llevarse parte del dinero y si acaso regalarle algo al partido del conseguidor de la contrata.
La constructora, lo único que puede hacer es ceder al chantaje, porque si no consigue carga de trabajo acabará por no poder pagar las nóminas.
Sí, la empresa debe resistir al mal, pero confundir al verdugo con la víctima me parece exagerado. El único corrompedor es el chantajista, el político, quien, encima, dispara con el dinero de los demás, no con el suyo propio, ese mismo dinero que debería proteger como a la niña de sus ojos.










