Tanto en la presentación de 'su' libro, 'Tierra Firme' -precisamente firme-, con el insigne Jorge Javier Vázquez, en el Círculo de Bellas Artes -dónde si no- como en la entrevista nocturna con Pedro Piqueras, en Tele 5, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha puesto en marcha las lecciones sobre telegenia recibidas de sus expertos , a quienes tenía abandonados en favor de los expertos en bótox y ácido hialurónico.

El presidente del Gobierno está tomando nuevas lecciones de telegenia, con el fin de parecer menos distante y menos agresivo... y para superar su sonrisa congelada, uno de sus peores enemigos

El presidente del Gobierno está tomando nuevas lecciones de telegenia, con el fin de parecer menos distante y menos agresivo y para superar su sonrisa congelada, uno de sus peores enemigos. Uno de sus próximos comenta que lo peor de su jefe es su sonrisa una sonrisa que suena poco sincera y donde se pierde todo su intento por aparentar moderación, la palabra clave, al menos en Europa, que no en Estados Unidos, para un estadista que, además, utiliza un sólo adjetivo para sus adversarios: ultras, extremistas, violentos, irracionales...

Los expertos que le rodean insisten en que no tiene que despertar admiración sino afecto. Por ahora no vamos bien en este punto y los abucheos en la calle, acompañados de los insultos de la fruta, se han convertido en la tónica cotidiana su figura pública.

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Pero, ante todo: los expertos no han conseguido que Sánchez sonría sin apretar las mandíbulas. Cada vez que lo hace, en un segundo, se desperdician horas de entrenamiento. Es como si se le cayera la máscara, aderezada con tanto primor y quedara al descubierto el verdadero Sánchez. Muy lamentable. Y es que cercanía y narcisismo no son compatibles.

Los expertos insisten en que no tiene que despertar admiración sino afecto. Pero no consiguen que sonría sin apretar las mandíbulas

¿Moderación en el contenido, además de en el continente? Sí, ciertamente, ahora bien, sin renunciar al arma dialéctica que mejor resultado le ha dado: Vox es un partido de ultraderecha y el PP es un partido de derecha extrema. El Sanchismo ha conseguido que muchos votantes se rasguen las vestiduras ante los acuerdos de PP y Vox en Castilla, Murcia o Valencia y olviden que Sánchez gobierna desde hace cinco años, en toda España, con la extrema izquierda comunista y gracias a los separatistas y hasta los proetarras. Y en toda España, no en algunas regiones.

Es más, la alusión de Santiago Abascal a que los españoles deberían colgar por los pies (debió decir por los pinreles) fue aprovechado por el equipo Sánchez para montar otro esperpento histriónico sobre el 'odio' de los ultras, como muestra vehemente, no sólo del carácter ultra y violento de Abascal sino también de Núñez Feijóo, quien se apresuró a desmarcarse de Abascal, sin darse cuenta de que, de esa forma, fue como cavó su tumba durante las dos semanas previas a las elecciones del 23-J.

También por eso, la pasada noche cuando Pedro Piqueras le dice a Sánchez que por qué no llega a acuerdos con el PP, el presidente expresa su mueca de dolor, muy sentido, y asegura que sí, que va a llegar a acuerdos con el PP, que ya ha llamado a Génova para entrevistarse con Feijóo... justamente de los asuntos que a él le interesan: por ejemplo, terminar de controlar el poder judicial en su beneficio.

Pero claro, no es posible pactar con quien no deja de organizarle manifestaciones y de pervertir al pueblo y encorajinarle contra él.

En esta campaña por la moderación, Sánchez ha pasado de utilizar a Óscar Puente para despreciar a Feijóo al deseo fervoroso de alcanzar acuerdos con el PP. Eso sí: insistiendo en que son pura ultraderecha... de la que él es víctima.

De utilizar a Óscar Puente para despreciar a Feijóo a la necesidad de llegar a acuerdos con el PP. Eso sí: insistiendo en que son pura ultraderecha... de la que él es la víctima

En definitiva, el presidente se deprime y se victimiza y las muletillas que más se escuchan en Moncloa, entre los asesores de Pedro Sánchez son estas: "mientras duremos" o "hasta que duremos".

Y es que la impostura del Sanchismo ha triunfado grandemente pero las imposturas no tienen vida larga, pues no agradan a los otros pero terminan por no agradar tampoco a los tuyos. Sánchez durará lo que dure su espantajo de la ultraderecha, el coco que viene.

Durará, también, mientras en esta España cainita se siga votando, no a favor de algo sino contra algo. Es decir, mientras impere el guerracivilismo. Y durará más si Sánchez logra que su victimismo cuele entre los españoles... aunque su sonrisa sigue sonando más falsa que una moneda de tres euros.

El presidente comienza a deprimirse aunque se mantiene en su papel de víctima de la ultraderecha que asola el mundo, pero su equipo de asesores ya está deprimido: "Mientras duremos".