Ocurrió durante la muy solemne presentación del semestre europeo de Presidencia española, el gran momento de Pedro Sánchez. Allí se exhibió la vergüenza del actual periodismo español alineado con el Sanchismo hasta extremos pueriles. En este tipo de convocatorias se reparten los papeles entre los escribanos, en un artificio que le encanta a Moncloa. Por lo general, los periodistas extranjeros hacen dos preguntas y otras dos corren a cargo de periodistas españoles. Se supone que preguntas pactadas por todos los informadores... o así, que dijo el vasco.

Pues bien, los dos periodistas españoles, la una aún más descarada que el otro, dedicaron sus preguntas a demonizar a Vox. Allí, delante de la comunidad diplomática europea y de los colegas extranjeros:

-Señor Presidente ¿qué imagen pueda dar España en Europa cuando la derecha pacta con la ultraderecha en Valencia?

Y gozoso, asimismo, escuchar la respuesta de Sánchez: soy un estadista, queridos plumíferos, no puedo responder a preguntas de uso interno, en plena campaña electoral.

El cambio climático es obvio y exagerado, al igual que la violencia entre hombre y mujer o la digitalización. La ideología de género es mucho más peligrosa: implica una antropología aberrante y destruye a las personas

Ahora bien, ¡cuán ominoso resulta para Europa que haya fuerzas populistas negacionistas! que nieguen, mismamente, la "emergencia climática" esa que le quita el sueño a don Pedro cada noche, no sea que los populistas den un golpe de Estado o qué sé yo.

Las dos especialidades de Pedro Sánchez son: solemnizar lo obvio y centrar el debate.

El cambio climático es obvio y exagerado, al igual que la violencia entre hombre y mujer o la digitalización. La ideología de género es mucho más peligrosa: implica una antropología aberrante al tiempo que destruye a las personas.

Segunda especialidad del presidente del gobierno: centrar el debate. Por ejemplo: todo el que no piense como él, es un ultra. Por tanto, un tipo peligroso. El pluralismo, para Sánchez consiste en varias opciones, todas ellas progres, con alguna discrepancia en cuestiones menores, no más.

Por ejemplo, todo aquel que no repite, mañana, tarde y noche, la incorrección gramatical del "nosotros y nosotras" o del peligro inminente de la emergencia climática es un peligroso fascista, mejor, ultra, porque el Fascismo es una ideología y las ideologías exigen estudio. Ultra sólo es un insulto y eso no exige estudiar nada.

Sánchez es un radical, un auténtico extremista peligroso que ha promulgado en España un elenco de barbaridades, desde la eutanasia hasta la transexualidad.

Pero, eso sí, con corbata y modales civilizados. Es más, cuida su rostro con botox y ácido hialurónico de continuo, porque lo que importa a un progre, es decir a un hombre vacío de principios, es la apariencia.

Y todo eso puedo sobrellevarlo. Lo de periodistas españoles de medios punteros pegándose por demonizar un partido político y perpetrando preguntas pagadas en una rueda de prensa para adular al poderoso, es más de lo que puedo soportar. Es la vergüenza de una parte del periodismo español: más sanchista que Sánchez, más irracional que el Sanchismo.