Pedro Sánchez compareció, por fin, ante los medios de comunicación, el día que nuestro país dio por finalizada la misión de evacuación de Afganistán, 12 días después de que los talibanes tomasen Kabul y 10 días después de iniciar la huida de aquel país.

Porque eso es lo que ha sido la “misión cumplida” que Sánchez ha calificado de “orgullo de país”: huir con el rabo entre las piernas ante la amenaza talibán. La misión en Afganistán no ha sido solo un fracaso de España, sino de todo Occidente, pero de ahí a hablar de orgullo de país, hay un trecho enorme.

En cualquier caso, el presidente ha aprovechado para agradecer el trabajo de las Fuerzas Armadas y de todas las personas involucradas, pero ha evitado citar expresamente al embajador español en Afganistán, Gabriel Ferrán, que fue cesado el 5 de agosto y que quiso ser el último en abandonar el país.

Según el presidente, los atentados del jueves, cuyo balance hasta el momento es de 110 fallecidos y 150 heridos, no han precipitado el final de la misión, sino que estaba previsto que finalizara este viernes, lo que contrasta con el mensaje lanzado hace días por el Gobierno de apurar hasta el último minuto, esto es, hasta el 31 de agosto.

El balance final: 2.206 evacuados; 1.671 del contingente de España, de los que 333 son de la Unión Europea, 131 de EEUU, 50 de la OTAN y 21 de Portugal. Todos ellos trasladados en 17 vuelos, de los que 11 fueron fletados por España y 11 por la UE.

Sánchez seguirá aprovechando la acogida de refugiados para mejorar su imagen: esta tarde acudirá a Torrejón para recibir al último avión, y el sábado volverá al aeródromo madrileño acompañando al rey Felipe VI.

¿Orgullo de país? Vergüenza de Occidente.