El problema de la ministra Irene Montero es que no tiene límites. El martes perpetraba en consejo de ministros su nueva ley de aborto y el miércoles la Ley de Libertad Sexual o sólo el sí en sí, una idea que parece una perogrullada... y lo es.

Pero ya decíamos ayer que Sánchez necesita de muchas 'monteros' para mantenerse en el poder. Por tanto, en la tarde del miércoles 18, en el Congreso, volvió a humillar a sus propias feministas, las del PSOE, que pretendían, con toda razón, ilegalizar la prostitución -al menos algunas de ellas, me temo que no todas- y cedió de nuevo ante un Podemos en caída libre entre el electorado, pero extraordinariamente necesario para un Sánchez en horas bajas, que sueña con pasar de Madrid a Bruselas, para sustituir a Ursula von der Leyen como presidente de la Comisión Europea... y para eso no puede permitirse el lujo de romper el Gobierno de coalición con Podemos -a pesar del Estado comatoso de los podemitas-: eso supondría convocar elecciones... y podría perderlas.

Sólo el sí es sí: otra barbaridad de doña Irene Montero, cada día más enloquecida. Y Pedro Sánchez le jalea

Total, que doña Irene presenta su ley de la Libertad sexual, conocida como sólo el sí es sí, y en la misma línea mentirosa de la ley del aborto del pasado martes que esperemos nunca entre en vigor: el varón es malísimo y la mujer es bonísima.

Veamos: la La ley de Libertad sexual no sólo no ilegaliza sino que fomenta la prostitución. Es decir, fomenta la mercantilización de las relaciones sexuales y, con ello, el desamor. Porque en la raza humana, si se separa el sexo del amor, y por tanto de la procreación, estamos viviendo como el animal, y el animal no tiene responsabilidad moral, el hombre sí. Por eso el animal jamás se deprime: el hombre sí.

Pero estos son detalles ínfimos para doña Irene Montero y para todo el feminismo enloquecido que ella representa. Ella quiere la prostitución legal porque la mujer que se dedica a este menester no es más que una víctima de la violencia machista.

Curiosamente, pretendan sancionar el proxeneta -innecesario, porque ya lo están sancionado con la actual legislación- y al cliente de la prostitución... así como, por el mismo precio, a cualquier varón que, en pro de su libertad sexual, nombre de la norma, intente mantener relaciones sexuales con una mujer, por muy consentidas que estas sean.

Nadie formaliza con un 'sí' marmóreo sus relaciones sexuales: en ese momento, él y ella suelen estar pensando en otra cosa. Y es que los podemitas siempre resultan tan rijosos como ridículos

Ya saben, si la mujer acepta pero luego se arrepiente, o simplemente no le ha gustado la relación, siempre podrá acusar al varón, en falso, de atentar contra su sagrada libertad sexual.

Por cierto, nadie formaliza con un 'sí' marmóreo cualquier acceso carnal: en ese momento, él y ella suelen estar pensando en otra cosa. Ya me ha salido el vástago de Ventanielles, barrio bajo, que llevo dentro, pero es que los podemitas siempre resultan tan rijosos como ridículos.

En cualquier caso, volviendo a la prostitución, una de las partes en discusión del nuevo y espléndido proyecto de ley de doña Irene, recordemos la verdad primera: el proxeneta, vulgo chulo, es culpable, el cliente es culpable... y la prostituta también es culpable. Los tres son verdugos, niguna es victoria pero para Irene Montero, la mujer que se dedica al sexo pagado es una víctima de la violencia machista, ¡Toma ya!

Lo dicho, no se puede legislar en justicia con el prejuicio de que el varón es un ser demoniaco mientras la mujer es un ser angelical (hablo de los ángeles buenos, no de los otros).

Y Sánchez cederá aquí y en lo que haga falta ceder. Aferrado al blando sillón de Moncloa está dispuesto a tragar con todos, todas y todes... ... las 'grossem chorradem' progresistas.