Consejo de Ministros del martes 26 de agosto, el primero tras las vacaciones. A escena la portavoz, Pilar Alegría y el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, uno de nuestros peores ciudadanos.

En sus expresiones, sobre todo en la ministra portavoz, se deja ver una expresión zombie, un guion superficial donde no importa de qué pregunta se trate, las respuestas siempre son las mismas: solidaridad con las víctimas, el Gobierno ha hecho todo lo que ha podido y la oposición es mala.

A Pilar Alegría le cuesta hablar de otro de los asuntos urgentes: los Presupuestos. Según ella, el Gobierno va a intentar un acuerdo con todas las fuerzas políticas pero sin arriesgar: la legislatura continuará aunque no haya presupuesto por tercer año consecutivo. Total, ¿qué más da decirlo otra vez? 

Incendios: entre la pedantería de Marlaska -pirómanos, incendiarios e imprudentes-, además de causas naturales y la sonrisa mecánica de Alegría: Vox es negacionista y el PP casi... y, eso sí, repartiremos ayudas públicas

De hecho, lo importante del actual Sanchismo no es lo que dicen sino cómo lo dicen. Ni Pilar ni Fernando se preocupan ya de ocultar un cierto hastío ante las preguntas de los periodistas, como si la respuesta ya se pudiera adivinar sin hacer falta que se formulen preguntas.

Otrosí: doña Pilar casi ni habla, en su exposición inicial, de la Comisión Interministerial previa al Consejo de Ministros, el nuevo 'bluf' de Pedro Sánchez.

Al tiempo, el Consejo de Ministros reparte menas por las comunidades autónomas salvo por las muy solidarias Euskadi y Cataluña, que no aceptan ninguno porque ya son solidarios de por sí. Alegría habla con cierto cansancio de "niños y niñas", cuando sabe que muchos de ellos de niños no tienen nada y que, en cualquier caso, los niños deben estar en su país, con sus padres, allí, no aquí, es donde hay que ayudarles. Pero, ¿a quién le importa la sensatez? 

A medida que las encuestas certifican, cada día con más fuerza, que el Sanchismo se acaba, los sanchistas enloquecen. El primero, su jefe de filas, Pedro Sánchez, cuyo aspecto físico, figura y oratoria empiezan a ser carne de redes sociales, mucho más que su quehacer político. 

Pirómano no es lo mismo que incendiario. El primero es un enfermo; el segundo, un cabronazo; y luego están los imprudentes. Después las causas naturales... ¿cuáles? La naturaleza no provoca incendios, salvo algún rayo perdido: lo que hace es dificultar su extinción

El titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, también participa de esta insania, que afecta a todo el Sanchismo pero él lo hace con más aplomo y con su cinismo habitual. Así, como toda defensa del fracaso gubernamental ante los incendios, don Fernando asegura que Alberto Núñez-Feijóo no es un hombre riguroso. 

Pero la agonía nunca excluye la pedantería. El titular de Interior regaña al jefe de la oposición por no distinguir entre pirómano e incendiario. Pirómano no es lo mismo que incendiario, aclara el profe don Fernando: el primero es un enfermo; el segundo, un cabronazo. Marlaska, campeón, ¿a ti quien te ha dicho que el loco no distingue entre el bien y el mal? Y si hablamos de incendiarios, ¿a ti quién te ha dicho que primero se es un cabrito -incendiario- y luego, tu mala leche te lleva a la locura -pirómano-?

Luego, asegura el juez Marlaska, están los imprudentes o negligentes, sin olvidar a las causas naturales... ¿cuáles? La naturaleza no provoca incendios, salvo algún rayo perdido: lo que hace es dificultar su extinción.

En cualquier caso, pretender acabar con los incendios mediante una comisión interministerial o un pacto nacional contra el cambio climático es como pretender cambiar la órbita terrestre alrededor del sol mediante un decreto... o mediante una comisión interministerial.

Pretender acabar con los incendios mediante una comisión interministerial o un pacto contra el cambio climático es como cambiar la órbita terrestre alrededor dle sol mediante un decreto

Y la guinda de la tarta, Margarita Robles, la ministra más sensata de los primeros gobiernos Sánchez, hoy la más degenerada de todos y la más embustera, se presenta en el Senado para hablar de incendios. Si ni tan siquiera ella es capaz de la más mínima autocrítica, tampoco lo hizo con la DANA. Antes al contrario, la titular de Defensa utiliza ese tipo de crítica que no apela al error sino al horror del contrario, al que no se le reconoce ni un adarme de rectitud de intención. No sólo es que el Gobierno lo haya hecho estupendamente es que mis adversarios son idiotas y, lo que es peor, unos miserables.

Sánchez enloquece ante la cada día más previsible pérdida de la Presidencia. El Sanchismo enloquece, quizás por simpatía. Al final, parece que lo que parecía eterno vive ahora su agonía, su fin de ciclo.

El Sanchismo está habitado por los otros: están muertos pero ellos no lo saben. Los más inteligentes lo sospechan, pero no se atreven a proponer al jefe una rectificación... a lo mejor ahí está el problema.