Inocencio Arias ha sido secretario de Estado de Exteriores. Digamos que es un tipo que habla con conocimiento de causa. Por eso, la semana ha resultado pródiga en comentarios sobre su artículo del pasado domingo en La Razón, donde, sin ambages, viene a decirnos que el giro copernicano de Pedro Sánchez sobre el Sáhara que nos ha traído unas pésimas relaciones con Argelia, nuestro vendedor de gas y en plena crisis energética, ha sido la consecuencia de las grabaciones que el Rey de Marruecos, el perdulario Mohamed VI, tenía sobre el presidente Sánchez

Que lo diga Chencho tiene su valor. Porque si realmente esa ha sido la causa de la mayor barbaridad de España en política exterior, el giro copernicano de Moncloa respecto al Sáhara es aún más rechazable. ¿Un presidente que cede a un chantaje del sátrapa de Marruecos? Como si Marruecos pudiera hacernos daño con otra cosa que no fuera el chantaje.  Además, en este odioso campo, el chantajista es culpable pero el chantajeado también. 

Y por ahora, cuando más necesitados estábamos de gas, resulta que Argelia se ha vuelto contra nosotros y nos lo está poniendo caro y difícil.

Además, contra el chantaje sólo hay una manera de luchar: si me fuerzan para callar tengo que obligarme a hablar y arrostrar las consecuencias. Lo que no se puede es vivir permanentemente amordazado.