Lo más curioso, y más tonto, que ha perpetrado Alberto Núñez Feijóo como presidente del Partido Popular, es competir con Pedro Sánchez en feminismo. su portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, acusa con el dedo índice a Sánchez, quizás creyendo que su condición de mujer le va a servir de algo. Como si a Irene Montero y compañía le preocuparan algo las mujeres... Doña Cuca: no se esfuerce: jamás le aceptarán como feminista.

En vísperas del aquelarre del 8-M, en Génova tratan de arrebatarle a los sociopodemitas la bandera feminista: No seas tonto Alberto, ¿Por qué vas donde nadie te cree ni nadie te quiere?

Es la mayor -y mira que el concurso es difícil, necedad del PP: tratar de arrebatarle la bandera feminista al PSOE. Como la gran gran tontería del PSOE consiste en competir en feminismo con Podemos, con su estúpido lenguaje inclusivo del 'nosotros y nosotras', ese lenguaje del que huye el varón y que a la mujer le parece vacuo. Bueno, a Belarra no. Pero las feministas pata negra, Irene Montero, Ione Belarra, Pam y compañía no han perdido el sentido común, lo que han perdido es el sentido del ridículo. Para las feministas cualquier tipo de crítica no es sino la demostración de que están en lo cierto y ahondan en su línea, definida por el: '¿No quieres caldo? Toma dos tazas'.

Vuelve a ponerse en valor aquello de que el feminismo no es más que machismo con  faldas. El Papa Francisco dio marcha atrás, pero no debería haberlo hecho

Feijóo intenta pasar por feminista, lo cual es un imposible pero, encima, resulta tremendamente inoportuno. Porque lo hace justo cuando vuelve a valorarse -poner en valor, como dicen ahora los políticos cursis, o sea, casi todos- aquello de que el feminismo no es más que machismo con faldas. Francisco dio marcha atrás ante la acometida de Évole, periodista al que nunca debió recibir, pero el Papa pero no debería haberlo hecho. Su definición de feminismo era perfecta, el feminismo es empoderamiento de la mujer. Pus bien, si se trata de una lucha de poder, yo me apunto a los míos.

Sí, el feminismo no es más que machismo con faldas.

Quien centra el debate gana el debate: si, como hacen Feijóo y Gamarra, el debate se centra en qué grado de feminismo es aceptable -y promocionable con dinero público- entonces las feministas ya han ganado el debate. El debate frente al feminismo sólo puede ganarlo aquel que manifieste que el feminismo es una aberración, al igual que el machismo y mucho más homicida que aquel, dado que el gran 'logro del feminismo' es la aceptación del aborto, es decir, que la mujer puede decidir sobre la vida que lleva en su seno. Como decía Santa Teresa de Calcuta: si una madre puede matar a su propio hijo en su propio seno, ¿qué puede impedir que nos matemos unos a otros?

Sin embargo, Feijóo, un centro-reformista de pro, nos dice que el feminismo es una cosa bonísima pero que no hay que llevarlo tan allá como lo lleva el PSOE. Pues si se trata de una diferencia de grado, que no de naturaleza, la gente elegirá el original socialista a la copia pepera.

Además, el 8-M, otra moda contemporánea nacida anteayer y que hoy se nos presenta cono dogma histórico, nunca será de la derecha, no se empeñe.

Pero volverse feminista justamente ahora, en España, es de idiotas, don Alberto: ¿es que no se da cuenta de que con el sí es sí, ha comenzado el reflujo? La tontuna feminista cede ante el sentido común cuando se convierte en aberración, cuando los violadores ven reducida su pena en nombre de una ley feminista. Es decir, profesar feminismo cuando los varones que no son especialmente estúpidos -hay muchos, no se crean- se alejan del feminismo con elegante decoro y cuando muchas mujeres, cada día más, aborrecen de las 'irenesmontero' de turno, no parece muy inteligente. Cada día son más las mujeres que empiezan a preguntarse adónde les conducen sus modelos feministas... justo cuando Feijóo trata de ponerse a la cabeza de la manifestación del 8-M: ¿Se puede ser más tonto?

Con el 'sólo sí es sí', ha comenzado el reflujo: la tontuna feminista cede ante el sentido común cuando se convierte en aberración. Como ahora mismo.

Y algo parecido puede decirse de un Pedro Sánchez, intentando rectificar el ridículo tarugario de la ley podemita del 'Sólo el sí es sí', a costa de manifestar que la intención era buena y que lo principal es mantener el acuerdo con Podemos. Es decir, mantenerse él en el sillón de Moncloa.

El debate nacional no es el grado del feminismo en el que debemos ubicarnos sino en combatir la necedad feminista, que ha traído la estúpida guerra de media humanidad contra la otra media y, ojo, la mayor desconfianza del varón hacia la mujer que se haya visto en toda la edad moderna. Esto debe llegar a su fin. Y sí, debe llegar.

Momento en que Feijóo aprovecha para hacerse feminista. En lugar de dejar que el mal feminista -como siempre ocurre con el mal- se destruya a sí mismo, él aprovecha para hacer el ridículo más espantoso, el del Alberto feminista. Cuando recuperemos el sentido común y el feminismo caiga, Feijóo también caerá.

No se preocupen: lo único malo de que Feijóo caiga es que Sánchez se mantenga más tiempo en el poder pero si Feijóo se empeña en parecerse a Sánchez seguro que lo consigue. Al final, la derecha española vuelve a hacer realidad la máxima de Indro Montanelli: "tapaos la nariz y votad democracia cristiana", un consejo que siempre me ha parecido lamentable, porque, como decía aquel ciego con buena nariz: "En ocasiones el olfato me proporciona información innecesaria".