
Trump, y aún más su segundo, JD Vance, representa la vuelta de Occidente a la antropología cristiana
En Europa ha surgido una obsesión anti-Trump que resulta tan ridícula como inútil. Y no por los aranceles, donde Trump en efecto, se equivoca. Su enemigo comercial y vital no es ni Europa ni Hispanoamérica: es China, la nueva metrópoli colonial mundial que, encima, es una tiranía salvaje, aunque ahora no vista con uniforme oriental de obrero sino de rigurosa corbata occidental.
Pero lo más grave no es la batalla comercial. Lo más grave es que que esa obsesión anti-Trump paraliza el retorno de Europa a su origen, el cristianismo, que es lo único que puede salvarla. Sin regreso al origen, a las raíces, es imposible la originalidad.
Por encima de sus formas, no siempre buenas, Trump, y aún más su segundo, JD Vance, representa la vuelta de Occidente a la antropología cristiana. Podrían ponerse muchos ejemplos pero baste con el de que Trump ha zanjado toda la estupidez, global, de género con una simple frase: sólo existen dos sexos, el masculino y el femenino.
Mientras, Europa anda perdida en su 'woke progre' que, por cierto, se inventó en Estados Unidos. América siempre fue alumna de Europa y ahora resulta que es maestra. Y no porque el alumno haya mejorado sino porque el maestro ha degenerado.