La semana de Pascua comenzaba mal en la población de Cobeña un pequeño pueblo del este de Madrid. La Iglesia de San Cipriano, fue saqueada y profanada. Situada al lado de la sede de la policía municipal los autores, sin embargo se tomaron su tiempo en cometer su fechoría. Por ejemplo, en abrir la puerta.

Hizo bien el párroco en grabarlo todo. Ya saben que como periodista no soy partidario de ocultar sacrilegios o suicidios por no crear un efecto llamada. Yo soy partidario de mostrar hasta dónde llega la perversión humana. De otra manera, muchos se hacen los sordos y ciegos.

Hay dos tipos de profanaciones, cada día más numerosas: la del chorizo-vándalo y la del satánico. La primera es más habitual pero la segunda es la que marca el signo de los tiempos: va a por el Santísimo

En cualquier caso, el párroco del templo profanado grabó el vandalismo de los asaltantes en este vídeo, que recoge El Español. Sólo hay algo que no me ha gustado. En el vídeo aparecen las formas consagradas, tiradas por el suelo. Pues señor cura-párroco de Cobeña y su Iglesia profanada: primero salve al Santísimo y luego filme lo que quiera. Ya nos preocuparemos de los destrozos en los cepillos o en los ornamentos de la sacristía, pero las formas consagradas eran lo más importante y lo más urgente.

Recuerden que hay dos tipos de profanaciones y ambas, cada día más numerosas: la del chorizo-vándalo y la del satánico. La primera es más habitual pero la segunda es la que marca el signo de los tiempos: van a por el Santísimo, cuyo valor material es ínfimo. Y ahí es donde nos jugamos todo.

El Santísimo nunca debe quedarse solo. Sobre todo en estos tiempos

Por cierto, de niño me enseñaron que el Santísimo, precisamente para evitar sacrilegios, nunca debe quedarse sólo. Donde haya un sagrario debe haber gente, aunque sea durmiendo. Para eso se crearon las rectorales y las viviendas anexas a parroquia y santuarios. A lo mejor es este un buen momento para recordarlo.