
Se lo dijo Pablo Casado -¿se acuerdan de él?- a Pedro Sánchez, cuando Casado era el jefe de la oposición: "Usted es un ególatra". Lo clavó
Toda España vive ahora pendiente -quizás porque ya se empieza a creer que ni Sánchez es capaz de aguantar tanta presión- y en muchas redacciones se prepara el equipo de guardia para saber cuándo Sánchez nos presenta dimisión, A lo mejor tienen que esperar.
Se lo dijo Pablo Casado -¿se acuerdan de él?- a Pedro Sánchez, cuando Casado era el jefe de la oposición: "Usted es un ególatra". Lo clavó.
Ahora bien, la egolatría, una de las expresiones del primer pecado capital, la soberbia, no es más que la concentración en uno mismo. No es una enfermedad; la egolatría es un defecto, grave. Por eso, habrá que repetir que la locura no lleva a la maldad sino que es la maldad la que nos lleva a la locura, porque nos impide ver la realidad tal cual es.
Sánchez no miente cuando asegura que él es perfecto, limpio, modernizador y que su gestión ha sido un éxito. Su problema es que su egolatría, su enamoramiento de sí mismo le ha llevado a creer su propio mundo. El mundo es falso pero él no. Él sólo es un ególatra.
Por eso, cuanto antes se vaya, mejor que mejor... para España.
Otrosí; ¿Y cuando él se vaya se arreglarán las cosas? ¡Qué se van a arreglar! El ególatra supone un problema para España pero el problema más gordo, el tumor, está en los 7,8 millones de españoles que, tras cinco años en el poder, en julio de 2023, le volvieron a votar. Y este mal no desaparece por una dimisión.