Israel no quiere ver a Pedro Sánchez ni en pintura. Sánchez, por su parte, ha encontrado en Tierra Santa el conflicto ideal para lucirse en el exterior, porque en España podrían no quererle -le conoceos demasiado al gran embustero y mayor ególatra- pero fuera de nuestras fronteras todavía cuelan sus llamamientos a la paz, y esa figura de protolíder europeo... que aporta rendimiento electoral interno.

Total, que como Israel no le quiere ver, Sánchez ha viajado a la vecina Jordania. ¿La excusa? Otro de los regalos que, con el dinero de todos los españoles, le ha hecho Sánchez al reino hachemita: la restauración, con fondos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), del Palacio Omeya de la Ciudadela de Amman (Jordania).

¿Que se nos ha perdido a los espñaoles en Amman para pagar con nuestro dinero, el de todos, la restauración de un palacio moro? Pues que así Sánchez tiene una excusa para vender esa figura de estadista internacional. Insisto, con repercusión electoral interna. Hay mucho bobos que todavía votan eso y sobe todo, a él le permite visibilizare como líder internacional.

Si al menos se tratara de una ayuda de restauración en el mundo hispano... Pero no, eso sería resucitar el colonialismo español. Mejor resucitar el colonialismo musulmán que España sufrió durante 700 años.

Sánchez ha encontrado en la proclamación del Estado palestino otra baza electoral interna y más carnaza para su inconmensurable egolatría... y lo va a aprovechar. A este personaje hay que echarle de Moncloa en parihuelas.