Presumiste de resiliencia, de firmeza,
y ahora cuando hacia tu ocaso caminas,
con inciertos pasos, hacia distinta cima,
 
clamas por debatir lo que tú a otro negaste,
pensando que tu verborrea, tu mentira,
te dará la corona y la cruz te quitará de encima.
 
¿No te das cuenta que ya llevas puesta la de espinas?
Que tu clamor no indica resistencia y firmeza,
sino una debilidad supina y manifiesta,
 
que expresas, al pedir no uno sino varios días.
Y es que el daño de la primera caída, te hace sudar
agua y sangre, que entra en tus ojos y nubla tu vista.
 
Tu firmeza es falsa, como falsa es tu resistencia,
que se apoyó en traidores, falsarios y sediciosos,
mientras tú, gobernabas, la nación que combatías.