A Meritxell Batet y el TS

Qué dulce es al alma la obediencia,
cuando ésta, a ti, está referida.
Y aunque al cuerpo le cueste en su soberbia,
qué gozo, qué descanso, es cumplir                       
la Voluntad Divina, tan querida.              

 

Qué bella es al alma la obediencia,
cuando de forma sensible y delicada,
tu Voluntad con cariño comunicas,
y después de enamorada escucha,
la sigue dócilmente, haciéndola suya.      

 

Qué rica es al alma la obediencia,
que por medio de personas, circunstancias,
una veces alegres, otras dolorosas,
el seguirla, la cambia, la transforma,
como crisol que al metal,
limpia de impurezas,
para que el molde de tu amor,
en joya la convierta.       
 
                                                       Del Poemario inédito “Moradas interiores”