¡Cómo hacer sátira se puede,
de este incompetente Gobierno!
¡Llevando ya, veinticuatro mil muertos!
Por los que no se lleva crespón negro,
ni se reza una oración en el Congreso.
Y las cenizas que en urna me entregan,
¿Son las de mi padre? ¿O las de otro muerto?
Cuando debían de darme su cuerpo,
para inhumarle, como él tenía dispuesto.
Ni toque de campana, ni túmulo en la Iglesia,
ni santa misa por su alma, para que vaya al cielo.
Ahora este dúo Picapiedra, Pablo y Pedro,
el que se cree que pone el cerebro,
y el que tiene la cara de cemento,
en plan melifluo, uno, el otro muy serio;
nos hablan de una “normalidad nueva”,
sin aclarar que quiere decir esto,
donde al acabar el confinamiento,
nos quieren llevar como borregos.