Acuérdate que del polvo vienes,
y al polvo has de volver. 
¡Aunque ceniza y polvo soy!
me atrevo a hablar a mi Señor.
Pues polvo enamorado, también soy,
de un ánima inmortal animado.
Que a mi Señor me asemeja,
con una libertad que me hace,
ser hijo de su imagen.
Que por el Hijo, fui rescatado,
y animado por el Espíritu Santo,
libre de ser y decir: polvo soy,
mas polvo eternamente de Él, enamorado.