Escribir debería del Amor que la creación, tierra y cielo

me demuestran y enseñan en lo que contemplo.

 

Los versos que esta noche escribir quiero y puedo,

son a mi amor, de lo que la quise y quiero.

 

Amor en el tiempo que llevamos juntos y unidos,

que se apoya en el Amor del que nos unió y fundirnos quiso.

 

En abrazos y caricias de besos infinitos,

que multiplicó nuestra sangre e inmortales nos hizo.

 

Los versos que esta noche escribir quiero y puedo,

son a mi amor, parte de la creación que veo y contemplo.

 

Muchas lenguas hablaría ya de hombres o de ángeles fueran,

sin mi amor no serían más que hierro que tristemente resuena.

 

Conocer todo el saber humano y secretos del arcano

nada sería, si su amor lo perdiera, si no lo sintiera cercano.

 

Mover montañas podría con la fe en el Amor que las creó,

si no quisiese y amase a quien ese amor refleja, nada podría.

 

Y aunque los amores humanos generen penas y duelos,

consuelo y alegrías dan, siendo amores imperfectos.

 

Ese amor que se nutre del Amor que nos creó,

que comprende las caídas, que cuentas del mal no lleva,

 

que es discreto y no presume, de la injusticia no se alegra.

En el tiempo permanece contra el viento y la marea.

 

Dando gracias al Amor, que un día ese amor me entregó

sin merecerlo, sin que por mis defectos se fuera al olvido.

 

Alegrándose mi alma de por ello, no haberlo perdido,

y no ser estos versos, los últimos que le escribo.

 

 

Del poemario inédito: “Treinta poemas de amor y fe y un cántico de esperanza”