La voz de la presidenta navarra, María Chivite, debió de sonarle a su colega maltés, el eurodiputado socialista Jesmond Aquilina, como una canción de cuna. Tanto es así que, con su discurso sobre los regadíos y la ganadería y la agricultura, la de Cintruénigo le dejó KO.

Y eso que no le dio a Chivite por llorar, como con el informe de la UCO sobre su "amigo" Cerdán. Entonces hubiera desarmado a todos los presentes en la sala. ¡Grande sos, María!