El rumor del lunes en los mentideros diplomáticos madrileños era que Pedro Sánchez no ha podido cometer una estupidez tan manifiesta como la de que, en plena crisis energética, y con España dependiente del gas Argelino, le haya dado la razón a Marruecos y haya abandonado al Frente Polisario y humillado a Argel.

El ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra se encontraba en ese momento en China, con su homólogo Wang Yi. De inmediato, Lamamra consiguió que Pekín apoyara el derecho de autodeterminación del Frente Polisario. Otra bofetada a Sánchez. Vamos bien.

Y todo ello para conseguir que la embajadora de Marruecos vuelva a Madrid -nadie le había echado de menos- y que los marroquíes dejen de utilizar a los pobres inmigrantes africanos como balas humanas contra España. No se preocupen, durante seis meses, las fronteras de Ceuta y Melilla estarán tranquilas. Luego, los marroquíes volverán a las andadas. 

Por cierto si, como se repite en Madrid, resulta que Moncloa ha cometido esta estupidez por presiones norteamericanas, tendría gracia, dado que Biden ha vuelto a coordinarse con Johnson, Macron, Scholz y Draghi. Ha pasado de Pedro Sánchez, una vez más.