No deberíamos fijarnos en cuántas mujeres consejeras hay sino en cuantas directivas. Por tanto, el histórico proyecto de ley de doña Nadia Calviño se queda en metahistórico: que no es para tanto, oiga
Cada consejo de ministros, una norma histórica. El Consejo del martes 7 de marzo aprobó la muy histórica ley de paridad en los organismos públicos y en los consejos de administración. Y como todo el feminismo socialista no es más que postureo, el Consejo de Ministros, aprobó en, vísperas del famosísimo 8-M, una ley donde se obliga a los organismos públicos y a los consejos de administración de las grandes empresas a disponer de un 40% de ministros o de consejeros.
Dejemos a un lado lo público, aunque obligar al ganador o ganadora de unas elecciones a seleccionar a sus ministros o colaboradores más próximos por sexo, no deja de ser una discriminación al talento. El problema de fondo es que se trata de otra petulancia sanchista. Verán: los consejos de administración sólo administran, no gestionan. Vigilarán al directivo pero quien dirige y gestiona es el equipo ejecutivo.
Por eso, el CEO cobra más que un presidente no ejecutivo y mucho más que cualquier de los vocales de un consejo de Administración. Es quien trabaja muchas horas todos los días y es el que manda en el día a día.
El Consejo, sí, tiene la capacidad de echarle, ciertamente, pero sólo son los administradores de la pena capital.
No deberíamos fijarnos en cuántas mujeres consejeras hay sino en cuantas directivas. Por tanto, el histórico proyecto de ley de doña Nadia Calviño se queda en metahistórico: que no es para tanto, oiga.