Los adultos de hoy somos muy blanditos, y el anciano es coriáceo. Por eso ha pasado de cuidar de los hijos a cuidar de los nietos
26 de julio, festividad de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. Nada sabemos de ellos por la sagradas escrituras pero sí por la tradición. Es decir, por los místicos, en especial por la beata Ana Catalina Emmerich esa en la que se basó maldición para hacer la ocasión. En cualquier caso, si educaron a la virgen María es porque eran dos tipos que se vestían por los pies.
Los adultos de hoy somos muy blanditos, y el anciano es coriáceo. Por eso ha pasado de cuidar de los hijos a cuidar de los nietos
También es el Día de los abuelos, en algunos parajes de España conocidos como 'papones' y en otros como 'Yayos'. Respecto a este segmento se población podemos establecer el siguiente principio: o te gustan los abuelos o te gusta la eutanasia.
De hecho, los viejos no gustan porque son débiles y el hombre actual no soporta la debilidad y desprecia al dependiente.
Al mismo tiempo, en sublime paradoja, resulta, que somos muy blanditos mientras el anciano es coriáceo. Por eso, ha pasado de cuidar de los hijos a cuidar de los nietos, porque los padres no son capaces.
El anciano es lo contrario del adulto actual: blando por fuera y duro por dentro. El adulto, por contra, es un cangrejo
El anciano es lo contrario del adulto actual: blando por fuera y duro por dentro. El adulto, por contra, es un cangrejo: áspero en su cáscara pero una gelatina en su interior. Demasiado blandito para tener hijos. Por eso, echa mano de los abuelos a quienes, al mismo tiempo, se niega a atender cuando lo necesitan: que les cuide Sánchez con su ley de dependencia pero, en el entretanto, que el abuelo cuide de mis hijos.
Y las madres lo mismo: yo soy una mujer moderna, no como mi madre, que se quedó en casa... pero ahora que me cuide a los niños mientras yo triunfo -¿seguro?- en el mundo.
Y el caso es que utilizar a los abuelos para cuidar de los nietos puede ser injusto pero es bueno. Les han salido unos hijos tan chiflados que ahora saben en qué se equivocaron al educarles y no cometerán los mismos errores con los nietos.