Resulta que en verano viajo más. Y este verano me he dado cuenta de que esas antiguas autopistas de peaje que han pasado al control del Estado están hechas un desastre. Desde que la iniciativa privada, por ejemplo la empresa Abertis, no se encarga de ellas, los baches, las malas señalizaciones y hasta los antiguos peajes, se han convertido en un peligro para la circulación. 

El Sanchismo, por diversas vías, desde la no renovación de concesiones hasta la judicialización de las autopistas radiales de Madrid, se está haciendo con el control de todas las autovías de peaje de España. La noticia siempre es bien recibida: ¡qué bien, ya no pago! Para, seis meses más tarde, bramar: ¡la carretera está hecha un asco!

Los empleos son muchos, pero este verano me he fijado en la antigua AP-2 entre Zaragoza y Barcelona, una estupenda vía de comunicación, de peaje… que ahora es gratis y está hecha un asco.

Y es que el Estado, o sea, el Gobierno, es muy chapucero. Para beneficiar a "los más vulnerables", se queda con la propiedad de las carreteras que luego descuida, que para algo estamos hablando de funcionarios.  

El sistema de las autopistas de peaje es mucho más justo, dado que: ¿por qué tengo que pagar yo un servicio que no utilizo? 

Y ya, el pitorreo sanchista, consiste en que Moncloa, por el momento, levanta peajes, pero tampoco sabemos cuál es su modelo vial. Raquel Sánchez es una de esos ministros que, como no hace nada, nunca se equivoca.

Eso sí, el Gobierno grava más impuestos para cuidar las carreteras que ahora no cuida. Es una excusa perfecta porque como la medida viene de Europa...

A este Gobierno, cuando le interesa, Sánchez lidera Europa, cuando no, es Europa la que nos impone algo, pero conste que Sánchez no quería.