Una pareja residente en Nueva York ha denunciado a la clínica reproductiva donde se sometieron a una fecundación in vitro después de que les implantasen por error los embriones de otros padres. Los afectados confirmaron el error en el momento del nacimiento, ya que los bebés, dos varones, no tenían los rasgos propios de la raza asiática de sus supuestos padres.

El error les costó a los padres gestantes (Y.Z y A.P.)  sólo 100.000 dólares: A principios de 2018, la compañía recolectó esperma y óvulos de Y.Z. y A.P., que dieron lugar a cinco embriones, cuatro de los cuales eran niñas.

El primer intento de transferir un embrión a A.P. fue fallido. Tras intentarlo de nuevo, en septiembre de 2018 llegó la feliz noticia: embarazada de gemelos. Pero ahí empezaron a sospechar que algo no iba bien. Una ecografía determinó que los gemelos eran varones, algo que inquietó a la pareja puesto que sus embriones eran todos de niña, excepto uno masculino que no fue transferido. Porque con la fecundación in vitro, se vende vida, pero para llegar a esa vida, en el proceso, se siembra muerte. De ahí, que de los embriones implantados unos sobrevivan y otros no.

Y los 100.00 dólares, en el caso de esta pareja, dan una idea del espléndido negocio de la fecundación in vitro (FIV). Y, encima, se equivocan con la consecuencia de que; los padres gestantes no saben qué sucedió con sus verdaderos embriones y además, están obligados a entregar a los bebés a sus verdaderos padres genéticos. Todo, por el módico precio de 100.000 euros. En España les habría salido mucho más barato. Somos maestros en técnica FIV; esa que se presenta como algo que da la vida cuando lo que hace es multiplicar la muerte, eliminando embriones humanos. 

Bueno, y los que no son eliminados, antes o después de ser implantados en el útero de la mujer, acaban congelados... para ser utilizados como cobayas de laboratorio. Sí, embriones humanos, personas, utilizadas como cobayas. Y ni eso, porque las investigaciones con embriones humanos han acabado en fracaso y en fraude científico. Ahora, tenemos seres humanos congelados en neveras.