Ante el veto de ERC, Pedro Sánchez cambia el efecto Miquel Iceta por el de la también catalana Meritxell Batet como presidenta del Congreso de los diputados y el catalán Manuel Cruz como presidente del Senado. Manuel Cruz es partidario de la República Federal, un argumento que no se sabe lo que aporta, pero sí lo que rechaza.

De inmediato, un muy sesudo tertuliano, de esos que leen los editoriales de la prensa noble para rectificar que las cosas marchan bien, asegura que con este nombramiento, Sánchez “coloca a Cataluña en el centro de la legislatura… como debe ser, porque España tiene un problema que se llama Cataluña”.

Eso es como colocar cocaína cerca de un yonqui, porque ese yonqui tiene el problema de la adicción.

España no tiene un problema llamado Cataluña, tiene un problema con el narcisismo independentista catalán. La obsesión del narcisismo soberanista es que toda España viva pendiente de él. Precisamente por eso, lo que Sánchez no tiene que hacer es justamente eso: colocar a Cataluña en el centro de atención. Son siete millones de canales frente a 47 millones de españoles.