Nuevo acto de entrega de premios periodísticos, esta vez los Internacionales de la Agencia EFE, y nueva plancha argumental de SM, el Rey Felipe VI. Escuchen estas palabras del monarca:

La verificación de datos es un pilar fundamental en la construcción de certezas”. Pues no, Majestad. Para construir certezas hay que elaborar conclusiones lógicas y siempre a partir de la realidad. No del contraste de pareceres. Si alguien quiere saber si llueve no tiene que contrastar datos entre distintas fuentes: tiene que salir a la calle y comprobar si diluvia. La verdad se contrasta con los hechos no con opiniones diversas.

El periodismo no se basa en el contraste de opiniones sino en la comprobación de hechos

Al tiempo, el Monarca exhibió, de nuevo, ese espíritu políticamente correcto, que le lleva a entender la milenaria monarquía como supervivencia. No se da cuenta de que, si se trata de no mojarse porque así viviremos más, lo que ocurrirá es que vivirá menos, porque Juan Español, ante un reinado tan anodino, se preguntará: ¿Y para qué nos sirve el Rey?

También habló el Rey de saturación informativa. Mire, ahí si tiene razón. Vivimos la era de la saturación informativa, lo que exige del lector un trabajo de separar el grano de la paja. Pero me temo que la solución no estriba en volver al oligopolio periodístico, donde la información estaba en manos de unos pocos… antes de unos pocos multimedia, hoy de unos pocos portales y redes sociales. 

Pero sobre todo, Felipe VI corre el peligro de exigir rigor, cuando en el panorama informativo actual lo que hay que exigir es libertad.

Felipe VI se equivoca al exigir rigor, porque en el panorama informativo actual lo que hay que exigir es libertad

Majestad, el problema al que se enfrenta la información en el siglo XXI es al imperio y la censura de los grandes poderes digitales, que ejercen una censura draconiana: Google, Facebook, Twitter, etc, apoyados por otro oligopolio, el de las grandes cadenas de televisión y, también, por los poderes públicos y para públicos (EFE en cuyos premios presidía, y RTVE) y privados (Newtral, Maldita, etc). Es decir, a lo que se enfrenta la libertad de prensa es a lo políticamente correcto. Hágame usted el favor Majestad, de no ser políticamente correcto.

Y por cierto: ¡Viva la verdad, muera el rigor!

El problema del Rey de España se define en pocas palabras. Siempre acude con manguera a las inundaciones y con barcas a los incendios.