- Introducir el falo por el recto no es amor, ni es sexo, ni es matrimonio: es una cochinada.
- La homosexualidad supone la destrucción de la raza humana, porque sodomía y procreación son términos antitéticos.
- El problema no es el homomonio en sí, sino que se está imponiendo en países cristianos.
Días atrás comentaba yo con un familiar que el líder de
Vox,
Santiago Abascal, preguntado por el
matrimonio gay, aseguraba, muy pulcro él, que su partido no se metía en la cama de nadie y que, por lo tanto, su formación proponía la regulación de las parejas gays pero sin llamarlas matrimonio. Es decir, que volvía a la cuestión nominal. ¡Lo que les cuesta a estos políticos enfrentarse a lo
políticamente correcto! Para no ser tan cobardes, me temo necesiten otro Pentecostés.
Pero lo peor es que este familiar, católico practicante me respondía:
¿Y qué propones, eliminar a todos los gays?
Y eso, reparen, me lo decía un pariente, es decir, alguien que me conoce, y que sabe que en mis ratos libres no me dedico a perseguir ni a homos ni a heteros. Pero ya había dado el salto: si te opones a la chorrada del homomonio es que eres un ultra violento que te dedicas a perseguir a los pobres gays con bastón y trabuco.
Es este el ambiente en el que nos movemos y es esto por lo que el gaymonio se impone y, con él, otras barbaridades al uso. Aplíquenlo al aborto, a la blasfemia, al racismo o a lo que quieran.
"
En Irlanda ha triunfado el amor, la igualdad y la justicia", aseguraba un gay intelectual junto a su pareja, que mostraba su conyugal asentimiento a tan sabias palabras, tras el triunfo del sí al
homomonio en la República.
Era de esperar. Hace tiempo que la católica Irlanda, que tanto luchara por su libertad frente al Reino Unido, ya sólo se conforma con la igualdad, patético principio de la Ilustración cristófoba, que siempre acaba en igualdad de los desiguales, en burla de la justicia y aliento del desamor. La verdad es que Irlanda va de capa caída: es un país que ha abandonado sus principios católicos y, recuerden, la corrupción de lo mejor es siempre lo peor. Un país decadente y cobarde. Igualito que España.
Ahora bien, no confundamos. Los irlandeses han aprobado el
matrimonio gay y todos están contentos y felices pero a mí lo que me preocupa es que la católica Irlanda vote homomonio, más incluso que el homomonio en sí.
Porque el gaymonio no es más que una de las horteras plasmaciones legales del homosexualismo. Y lo que es malo de verdad, no es el gaymonio, sino la homosexualidad.
Habrá que insistir en que el emperador va desnudo. Habrá que insistir que, aunque ya sean 19 los países en el mundo que han aprobado el homomonio, la
homosexualidad no tiene nada de amor, ni el gaymonio de matrimonio. El pene no ha sido creado para introducirlo por el recto ni el recto para introducir cosa alguna por él, sino para evacuar. Y habrá que recordar -mala memoria la de esta sociedad postcristiana- que introducir el falo por el recto ni es amor, ni es sexo ni es matrimonio, tres realidades fundamentales del ser humano: es una cochinada enorme.
Y esto, aunque resulte muy desagradable, hay que recordarlo, porque el emperador ya va desnudo en 19 países, casi todos ellos creados por el cristianismo, y porque a los que los recordamos nos dicten que pretendemos asesinar gays.
E incluso podemos decir algo más para romper con lo políticamente correcto: mire usted, en esencia, la homosexualidad no es otra cosa que la destrucción de la raza humana, porque sodomía y procreación son términos antitéticos.
Y si los dos párrafos anteriores -que no son otra cosa que evidencias- le han escandalizado, entonces lector, hágaselo mirar, porque también usted está dominado por lo políticamente correcto.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com