- Hugo Wast narra el hilo conductor que remonta la fraternidad humana hasta el Génesis.
- Cuando una madre aborta ese continuo se rompe y la cadena rota no es la del nonato sino la de toda la humanidad.
No son las cosas nuevas las que unen a la humanidad sino las antiguas. Acabo de leer un libro viejo, que suelen ser los más nuevos,
una joyita de muy pocas páginas, del argentino
Hugo Wast, titulado
Autobiogafía del hijito que no nació.
Wast, seudónimo de Gustavo Martínez Zuviría, fue un jurista, periodista y escritor argentino,
a caballo entre los siglos XIX y XX. Fue uno de esos narradores que toman la pluma para pensar, no para evitar, mediante la palabra, el pensamiento. El librito es sencillamente lo que anuncia:
la charla de un nonato con su ángel de la Guarda y su peripecia en el seno materno.
Uno de los mejores resúmenes que he visto sobre el
pensamiento moderno, con tres figuras más: la madre, el padre y el abortista.
Wast es conocido por su obra
666,
una historia sobre el fin de los tiempos, paralela a la de
Robert Hugh Benson, que tanto le gusta al
Papa Francisco (Señor del Mundo). Cometió un gran error el amigo Wast: no ocultó su fe y se jugó su cargo de ministro en
defensa de la libertad de enseñanza. Fueron a por él, le tumbaron del podio del mundo y le persiguieron hasta su muerte castigándole como sólo se castiga a los creadores e intelectuales cristianos: con el silencio.
Silencio antes y después de muerto, porque era demasiado bueno para darle cancha incluso bajo la tumba.
Son las cosas antiguas, más bien permanentes, las que unen a los hombres. La fraternidad humana, recordaba
Chesterton, viene del génesis, y la trasmisión de la vida, de toda vida humana, se trunca cuando
una madre decide a abortar a su hijo en su propio seno. Ahí se rompe el hilo conductor.
Hacía mucho tiempo que no me ocurría esto con un libro:
que se me pusiera la carne de gallina. Es una epopeya, la epopeya de la vida, de toda la humanidad.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com