- Benedicto XVI: es la irrupción del 'ya' en el 'todavía no'.
- Otra vez: las profecías no se formulan para predecir el futuro sino para convertir en el presente.
- Dicho en plata: que si el hombre cambia (por la conversión) el futuro cambia.
- El Apocalipsis habla de lo que está pasando y de lo que va a pasar, pero no dice cuándo… y el cómo puede sufrir modificaciones.
- O sea, que lo que sobra es el morbo al leerlo.
Ya he hablado de esa joyita de libro titulado
La Cena del Cordero, de Scott Hahn, ese teólogo protestante, experto en Sagradas escrituras, que se convirtió al catolicismo.
Cometió el error de ir a una Eucaristía, para criticar a los católicos -claro en su idolatría- y salió convertido a Roma.
La Cena del Cordero es difícil de resumir porque los anglosajones adoran lo concreto y Hahn tienen muchas cosas concretas que decirnos acerca del
misterio de la Eucaristía. Ahora bien, la tesis más llamativa de Scott Hahn es la
identificación entre Apocalipsis y Eucaristía. Es decir, que el Apocalipsis es un libro real, pero no actual, y que la profecía del Apocalipsis no debe interpretarse como vaticinio, como algo que está a a punto de suceder.Ahora bien, el propio Hahn echa mano de una genialidad de
Benedicto XVI: "
La irrupción del 'ya' en el 'todavía no'". Es decir, que el Apocalipsis es eucaristía, un
libro sapiencial y litúrgico, pero también es un libro profético. Dice lo que está pasando y lo que va a pasar, pero no dice cuándo.¿Por qué esa obsesión actual contra las profecías y
revelaciones privadas, sean verdaderas o majaderías de iluminados, o contra la mera interpretación académica de libros del Canon, por ejemplo del
Apocalipsis? Pues a lo mejor es porque el signo de estos tiempos es el final de historia, al que no sólo aluden
pensadores católicos sino los 'laicos' como el señor
Francis Fukuyama.Y aquí hay que recordar los dos principios de siempre:Que las profecías no se han hecho para predecir, sino para convertir.Y que la conversión a Cristo, a la que anima toda buena profecía (no las de los majaderos metidos a profetas)
puede cambiar los acontecimientos futuros… entre otras cosas porque el futuro no es un niño en las rodillas de los dioses sino una combinación de
providencia divina y libertad humana.Dicho en plata: que si el hombre cambia (por la conversión) el futuro cambia.Por lo demás,
La Cena del Cordero ha sido uno de mis descubrimientos del año en curso.
O del ejercicio escolar en curso.Consejo práctico: el Apocalipsis habla de lo que está pasando y de lo que va a pasar, pero no dice cuándo y puede cambiar el cómo.O sea, que lo que sobra es el morbo al leerlo. No se lee el Apocalipsis para adivinar el futuro, porque el futuro de la humanidad no está escrito sino prescrito, y porque el futuro no es fruto del azar, es fruto del hombre que lo marca y de Dios que lo crea… con la oración y la libertad del hombre, que sólo habita el presente.
Eulogio Lópezeulogio@hispanidad.com