Iván Redondo a la derecha
Agosto: el presidente del Gobierno ni descansa ni permite descansar a los cámaras de TV. Iván Redondo, pertrechado con cámaras de todo signo, ha lanzado a Pedro Sánchez a entrevistarse con ‘colectivos sociales’. Eso sí todos ellos feministas, ecologistas y demás demagogias, como la CEAPA de la enseñanza estatal (donde no se invita a la Concapa católica) y, por supuesto, el colectivo LGTB. A lo mejor, también caen los taxistas, antiguos ‘fachas’ reconvertidos en podemitas por mor de UBER y Cabify.
Tiene su gracia que un personaje como Iván Redondo, al que el ecologismo, el feminismo y el socialismo en general, le parecen unas chorradas enormes, rija hoy los destinos de España.
En honor a la verdad, que se está quedando sin honores, Redondo se ha cuidado de que Sánchez no asistiera a la toma de posesión de María Chivite como presidenta de Navarra, mandando en su lugar a un Ábalos que hace tiempo perdió la vergüenza y ahora vale para un roto y para un descosido.
Esto no es el crepúsculo de la ideologías: es un pitorreo ideológico
Redondo es un profesional que no cree en nada. Y todo ello se resume en la frase con la que le gusta identificarse, a guisa de saludo: “Yo no soy socialista, soy sanchista”. Es decir, Redondo es un profesional de la imagen, un hombre que cobra por crear imágenes falsas de políticos falsos. A García Albiol, del PP, le dijo que tenía que ponerse en pose xenófoba y le llevó a la Alcaldía de Badalona, segunda ciudad de Cataluña. A Sánchez le dice que se ponga en pose independentista y accede a Moncloa. Una vez que llega le dice que se ponga en pose estadista con corbata, moderado de suyo, y que se aleje de podemitas y separatistas… y ahí le tienes: Pedro convertido en Peter. Y si ahora, dada la negativa cerrada de Albert Rivera, no puede ser elegido presidente con los votos de esa cosa indefinida llamada centro-reformismo, pues Redondo vuelve a los podemitas a los independentistas vascos y catalanes… y a lo que haga falta. Su objetivo no es una idea, ni un ideario, ni una ideología, dado que no cree en ninguno-a: su objetivo es que su cliente triunfe. Además, el mercenario asesor no es como el mercenario militar: éste se juega su vida, aquel sólo su patrimonio.
En conclusión, Iván Redondo es ese vacío moral que todo cínico quisiera tener a su lado: sobre todo porque nunca reprocha nada y te ayuda a mantenerte en el poder. Y si el cliente resulta otro maleable vacío moral, capaz de adaptarse a todo lo que digan en cuestión de días (u horas), la combinación no puede resultar sino exitosa, a buen seguro: Redondo-Sánchez, Sánchez Redondo… una pareja de éxito.
Así que, ¿por qué hay tantos católicos españoles que se preocupan de Pablo Iglesias o de la derecha pagana de Albert Rivera, o de la derecha tibia de Pablo Casado, o de los separatistas vascos y catalanes, cuando el peligroso lo tienen en Moncloa? El principal enemigo del cristianismo no es la inmoralidad comunista o feminista, ni tan siquiera el panteísmo verde, ni la corrosiva ideología de género. En la España de hoy, el principal enemigo de la Iglesia es la inmoralidad de los dos vacíos morales que gobiernan España: Iván Redondo y Pedro Sánchez.
Esto no es el crepúsculo de la ideologías: es el pitorreo ideológico.