- Fiel a Cristo, se entiende.
- El autor de Trazos Publicitarios había sido fiel a su vocación cristiana en el Opus Dei durante 60 años.
- Un detalle: cuando entró en la crisis final, aún consciente, lo único que solicitó es que le administraran la extremaunción.
- Los hay que saben morir.
- Y no, no era consciente de que eran sus últimos días cuando ingresó en el hospital.
- Hizo mucho dinero y lo perdió todo porque así se lo reclamaron sus superiores. ¡Chapeau!
En la madrugada del domingo 26 fallecía el colaborador de Hispanidad,
Clemente Ferrer (
en la imagen), autor de
Trazos Publicitarios. Un experto en publicidad y un
editor de prensa con un sentido común a prueba de bomba. Había cumplido 60 años en el
Opus Dei y murió como muere un cristiano:
fiel hasta el final. Su última crisis, 24 horas antes de morir, cuando supo que tenían que sedarle y que, por tanto (ésta es la clave), perdería la consciencia,
simplemente solicitó que antes que los galenos pasara el sacerdote y le administrara, nuevamente, el sacramento de la
extremaunción.
Como la generación actual es tan blandita y tenemos tanto miedo al dolor nos sedan. Y eso no está mal, porque
el dolor no es agradable ni el cristiano es un masoquista. Todo lo contrario: el cristiano tira a hedonista. Detrás del sacrificio hay placer y más placer, ya en esta vida, más la plenitud de esta vida en la otra,
en la vida eterna.
Clemente, como todo quisqui, tenía miedo al dolor de morir pero no a la muerte. Su fe le mantenía confiado y, por eso, lo que solicitó no fue morfina: fue gracias de Dios en forma del sacramento del tránsito. No confiaba en sus propias fuerzas:
confiaba en Dios.
Ferrer fue un tipo que
hizo mucho dinero y que perdió todo el dinero que hizo porque así se lo pidieron sus superiores en el
Opus Dei. Hacedor de una considerable fortunita, sus superiores le pidieron que invirtiera en
medios de comunicación cristianos. Así le conocí,
cuando quería invertir en Hispanidad, pero le dije que Hispanidad necesitaba lectores e ingresos, no capital. Digamos que pertenecemos al viejo espíritu del liberalismo, donde lo que importa es lo que se hace, no con cuánto capital eres capaz de levantar (y en ocasiones 'levantárselo' al propietario) para hacerlo.
Un tipo que llegó a hacer bastante dinero pero
al que le importaba un bledo el dinero. Y así lo perdió,
intentado cristianizar los medios. Cualquier asesor de inversiones le habría echado la bronca, pero eso es lo curioso: cuando se hace por
Cristo hasta los fracasos se convierten en éxitos.
Por lo demás, Clemente era un tipo que prefería pasar por vanidoso para eludir la soberbia. No, no es lo mismo:
confundir orgullo con vanidad es una de las más penosas y generalizadas
confusiones de nuestros días.
Clemente Ferrer prefería pasar por tonto antes que por arrogante, así que escuchaba mucho. Y prefería pasar por vanidoso antes que caer en la soberbia, porque sabía que la vanidad no deja de ser un defecto menor, muy menor, mientras el orgullo no es el defecto mayor: es el
único defecto, el único vicio, sólo que adoptaba muchas caras.
No necesito desear que Clemente descanse en paz. Sé que lo va a hacer, y como alguien dijo en redacción,
Hispanidad ya cuenta con su primer intercesor en la otra orilla. Agruparemos sus artículos en una sección por si alguien quiere echarles un vistazo. Eso le hacía mucha ilusión.
No estaba apegado al dinero pero sí a sus escritos… que también eran para defender a su gran amor: Cristo.
Ven hacia tu Padre que te espera ansioso (
Ignacio de Antioquía).
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com