• Y la leyenda en mito. Pero nadie puede creer en un mito.
  • A eso se une la insensata aceleración de nuestro ritmo vital.
  • Necesitamos volver a guiarnos por la historia, porque el niño es el padre del hombre.
Nunca tiene éxito el intento de convertir la leyenda en historia. Es al revés, como recuerda Tolkien, es la historia la que, a través del olvido, se convierte en leyenda y, al final, la leyenda acaba convertida en mito. El ritmo de la historia es justo lo contrario. Es la historia la que, por nuestra aversión hacia ella se convierte en leyenda, la leyenda en mito y el mito en desprecio. Si algo arrastra el siglo XXI es que parece haberse roto la cadena que una generación con otra. Este es un mundo de adanes en que cada sociedad, cada civilización, cada generación empieza de nuevo como si la experiencia no sirviera para nada. Esta considerable catástrofe se ha visto acentuada en nuestra época por la insensata aceleración de nuestro ritmo vital, que nos fuerza a olvidar la historia… y así acabamos en la leyenda y el mito. Y en los mitos no se puede confiar, en las leyendas sólo esperar. Para vivir, necesitamos hechos, necesitamos historia cierta. Necesitamos volver a guiarnos por la historia, porque el niño es el padre del hombre. Eulogio López eulogio@hispanidad.com