• O sea, que don Arturo Pérez-Reverte perpetra nuevas tontunas a costa de la guerra civil española.
  • La clave artúrica de la contienda consiste en que los católicos se cabrearon con la II República porque no les dejaban tocar las campanas.
  • Y se dieron al golpismo. ¡Cómo son! 
  • De los asesinados por odio a la fe, a manos de los muy democráticos republicanos, ni palabra.
Decíamos ayer que en cuanto Arturo Pérez-Reverte (en la imagen) abandona la ficción -por cierto, profusa en blasfemias, lo que ya nos proporciona pistas- y se mete a historiador, la pifia. No porque carezca de conocimientos históricos sino porque va de progre y el progresismo no es amigo del sentido común. Es decir, que el problema es que para nuestro académico autor -todo un ilustrado- que, en contra de lo que pueda parecer, no tiene por qué ser un necio aunque ambas categorías acostumbran a coincidir, la II República erró al no saber desactivar a la Iglesia. ¿Y por qué tenía que desactivarla? Sigamos. Atención a la última entrega publicada en el suplemento dominical de Vocento. Nos cuenta nuestro ilustrado favorito que la II República no fue inteligente a la hora de cargarse la vida religiosa en España. Tenía que cargársela, ciertamente -recuerden que habla un ilustrado-, pero no lo hizo bien. Por ejemplo, asegura el riguroso historiador: la república eliminó procesiones de Semana Santa, cobró impuestos por entierros católicos y prohibió tocar las campanas, idioteces que "encabronaron mucho a la peña practicante". Es verdad: son fruslerías, respetuosas con la libertad religiosa, pero fruslerías a fin de cuentas. Pero Reverte no lo explica. ¿Por qué razón suprimirlas? Si son fruslerías. Lo que hay que recordarle al ilustrado Reverte es que los atentados de la II República contra los católicos consistieron, no en prohibir que sonaran las campanas, sino en alguna otra futesa. Verbigracia, al final de la década de los años 30 el balance habla de 13 obispos asesinados y cerca de 5.600 sacerdotes torturados y asesinados, mientras las religiosas violadas y asesinadas superaron las 8.000. De los laicos mejor no hablar, porque es difícil demostrar cuántos fueron masacrados, por los muy democráticos milicianos republicanos, a costa de su fe o sencillamente por envidia. Para entendernos, la II República fue un régimen ferozmente anticlerical y repugnantemente  cristófobo. Pero según el ilustrado Reverte lo que ocurrió fue que la peña practicante se cabreaba por nada. Y entonces, claro, se dio al golpismo. Mira, en eso sí tiene razón el ilustradísimo Pérez: si la II República, tan democrática, no hubiera masacrado a los católicos, éstos no habrían apoyado el golpe militar y Franco no hubiera ganado la guerra. Y esto es bello e instructivo, porque resulta muy propio de los ilustrados: acertar en algunas conclusiones a partir de premisas falsas. Y es que como buenos ilustrados rozan la iluminación y los iluminados no necesitan pensar, les basta con regoldar encima de alguien. Por ejemplo, de los cristianos. Que no son los que tocan las campanas, Arturito: son lo que aman a Cristo. Luego te explico. Eulogio López eulogio@hispanidad.com