Valle de los Caídos: lo que el Gobierno pretende es cerrar la basílica, echar a los monjes benedictinos y derribar la cruz
Tanto Pablo Iglesias como Pedro Sánchez alertan contra el crecimiento del fascismo en España. Pero, con todo respeto, están enarbolando un espantajo, un fantasma propagandístico. No sólo es que el fascismo sea un peligro en España (en Europa ya me preocupa más) es que el fascismo español simplemente no existe. Es, y siempre ha sido, marginal.
Así que, por más que Pedro Sánchez insista en ello, ni Franco era un fascista ni tan siquiera lo era la Falange de Primo de Rivera, que ciertamente heredaba los usos del fascio italiano.
Y esto porque la fe católica, tanto de Franco como de José Antonio, contradecía la filosofía fascista... que es atea.
El fascismo es la deificación de la patria y el cristiano sabe que sólo se adora a Cristo.
Por eso en España, con contadas excepciones, no ha habido fascistas ni mucho menos, nazis, los representantes de la barbarie pagana... como el comunismo representa a la barbarie atea. Lo que ocurre es que el comunismo se ha ido de rositas por la historia, mientras el fascismo se ha convertido, antes que en otra cosa, en un insulto.
Y por eso lo utiliza don Pedro Sánchez, empeñado en la tarea más urgente de los españoles: desenterrar la momia de Franco y trasladarla desde el Valle de los Caídos a El Pardo. Eso es fundamental.
Pero el Franquismo no fue fascismo, fue un régimen autoritario y confesional católico. No era un democracia parlamentaria o liberal, desde luego, pero tampoco era fascismo... porque era cristiano (otra cosa es que fuera buen cristiano).