Si hay algo sagrado en el templo de la soberanía nacional es la libertad de expresión de los diputados... no será por la cantidad de burradas que se escuchan en el Congreso. Y es que hay una norma no escrita: en el Congreso no se censura... hasta ahora. 

En diciembre ya pasó, el presidente del Congreso de los Diputados en funciones, el socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, quitó la palabra a la diputada Patricia Rueda, de Vox, porque calificó de filoetarras a la gente de Bildu y la expulsó. 

Pero es que lo visto ayer 17 de mayo en el Congreso no tiene nombre, bueno sí, es la degeneración totalitaria del sanchismo. Mismo día, mismo lugar, Ione Belarra se presenta a la Sesión de Control del Gobierno luciendo una camiseta con la cara de Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Un hombre totalmente inocente, anónimo y, dicho sea de paso, sobre quien todas las causas que se han intentado abrir, se han archivado. 

En el templo de la soberanía nadie dice nada, no pasa absolutamente nada y todo el mundo calladito. Que digo yo que desde Génova se podría haber dado orden de que toda la bancada popular se levantara en bloque ante semejante panorama. Pero es que desde presidencia del Congreso tampoco se toman represalias contra la señora ministra, la misma que cuando fotografió a su hijo recién nacido y lo subió a sus redes sociales para demostrar lo feminista y madre y empoderada que es, lo hizo con el bebé de espaldas, suponemos que para preservar su anonimato. Pero cuando hablamos de Ayuso, las reglas cambian. 

Como decíamos, mismo día y mismo lugar, sigue la Sesión en el Congreso y sube a la tribuna la diputada de Vox, Teresa López. Presidía en ese momento el Congreso Gloria Elizo, de Unidas Podemos. La diputada no llevaba ni dos minutos de intervención, Elizo la interrumpía, a los tres minutos le llamaba por tercera vez a la cuestión para seguidamente expulsarla del Parlamento. ¿De qué hablaba López? De la historia sanguinaria de ETA y Bildu, es decir, de la historia de nuestro país. Lo que mereció su inmediata expulsión. 

La degeneración autoritaria del sanchismo es incuestionable: Sánchez controla todas las instituciones, y en las que no, impone la censura. E insisto, sorprendente y asombroso el silencio del PP en defensa de la libertad de expresión parlamentaria, ni defienden a su compañera de partido y mejor activo político, ni dicen la verdad: ¿Bildu y Merche Aizpurúa no son filoetarras? ¿Entonces qué son?