Ciudadanos triunfó, llegó a ser el tercer partido de España, por el antiseparatismo catalán del catalán Albert Rivera. Ahora, ganó Arrimadas a Bal. ¿Y qué?
La noticia es que Patricia Guasp, coordinadora de Ciudadanos en Baleares, y Adrian Vázquez, europarlamentario, cabeza de la lista de Inés Arrimadas han vencido a la lista de Edmundo Bal en las primarias del partido. Y no por mucho: 53 frente a 39%. Ahora Edmundo Bal pide unión pero a mí me da que va a resultar complicado.
En cualquier caso: ¿qué ha logrado con esto? Pues expedirle certificado de deducción a Ciudadanos. Nunca me han gustado la primarias, por muy acrisoladas que estén en Estados Unidos, porque creo en el pluralismo externo, o en el interno, que es esquizofrenia. La democracia consiste en partidos de derechas frente a partidos de izquierda, partidos de cualquier ideología compitiendo por el favor de los ciudadanos. Pero cuando un partido hablar de pluralismo interno... no acabo de cogerlo.
En cualquier caso, lo de Ciudadanos es el reparto de la miseria. Un partido en disolución en el que varios bandos se pelean por la cenizas: ¿no es genial? Al final, Arrimadas venció a Bal. ¿Y qué?
Para entendernos, Ciudadanos triunfó, llegó a ser el tercer partido de España, por el antiseparatismo catalán del catalán Albert Rivera. Fracasó, no cuando dio el salto al conjunto del país sino cuando no consiguió imponer su segunda causa noble: introducir el liberalismo económico en España. Empezó a practicar la política del subsidio y la subvención y Garicano -que tampoco es santo de mi devoción- o Juan Carlos Girauta, que sí lo es, tuvieron que dejar paso a las Villacís y a las Arrimadas.
El liberalismo económico de Ciudadanos no era desechable pero no cuajó. El resto de su ideario no era sino horrible liberalismo político... afortunadamente fracasado. Y por ello entiendo su política abortera, o cuando se puso a defender los vientres de alquiler, o cuando Villacís, tan progre ella, inauguraba el Orgullo Gay con sarcasmos contra quienes "hablan de familia natural".
Ese liberalismo ideológico conocido en algunos lates como progresismo, está muerto y bien muerto, casi tan muerto como Ciudadanos. Pero el reparto de la miseria, continúa.