Por una parte, el recontrainforme del Consejo General del Poder Judicial, duro con el proyecto de ley de Vivienda del Gobierno Sánchez. Hace bien en criticar un proyecto de ley que atenta contra la propiedad privada y que lejos de conseguir su objetivo de reducir el precio de los alquileres lo va a disparar, entre otras cosas porque corre parejo con el bono social: cuanto más dinero -dinero de los demás- disponga el arrendatario para alquilar más podrá elevarlo el arrendador.

Pero el CGPJ no habla de eso, el gobierno de los jueces asegura que el Esado se entromete en la competencia de las CCAA. Puede que eso sea importante pero no es lo importante. Es la forma, no el fondo de la cuestión.

El Tribunal europeo de Luxemburgo acaba de machacar a España, al famoso formulario 720 por el que todo español con propiedades en el extranjero, por muy legales que sean, debe declararlas en España. Pues no me parece nada mal: se trata de evitar la evasión de impuestos. Ahora bien: el Tribunal europeo asegura que es ilegal porque las multas son excesivas y atención: porque había que hacer declaraciones sobre bienes anteriores. Es cierto, esto es una chorrada, pero no constituye la parte fundamental de la ley. Pues bien, ahora habrá reclamaciones ante los tribunales y, el todo por la parte, propiciará que muchos defraudadores puedan escapar a la acción de la justicia.  

En cualquier caso, María Jesús Montero, no te pases: la titular de Hacienda se ha apresurado a culpar al PP por esta norma, realizada en el curso de “una amnistía fiscal”. Marisú, no seas cínica. Esta medida la promulgó Montoro, precisamente, para luchar contra el fraude fiscal y Europa lo que dice ahora es que los del PP se pasaron en esta lucha. Menos lobos, Marisu.

Cuando los tribunales son frívolos, la sociedad se paraliza. Pero, ojo, la frivolidad consiste en criticar la forma, no el fondo, de las cosas.

A los tribunales y jueces frívolos, que toman el rábano por las hojas o se acogen a la forma y olvidan el fondo, siempre se les ha calificado de leguleyos. Unos frivolones.