Sr. Director:
Domingo 20 de agosto. La plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda, llena de gente. En medio de la plaza, Cayetano, el Juli y Talavante, con los banderilleros..., rejoneadores y caballos.
Programado, un minuto de silencio por las víctimas de los atentados terroristas en Cataluña. Un espectador empieza el Padrenuestro, megafonía en mano, y, con sonoro entusiasmo, le sigue el público. Muchos han admirado la feliz idea.
Cuando nos congregamos en masa en repulsa por atentados terroristas, no pocos rezamos; pero nunca se nos había ocurrido hacerlo en voz alta. Es natural que, quien tiene fe, rece por las víctimas y el fin del terrorismo. Dios desaprueba, radicalmente, la violencia asesina, y espera la oración perseverante y el desagravio del creyente. Debemos expresar con el silencio, unidos, nuestro rechazo absoluto a la barbarie terrorista, gravísimo pecado contra la vida; pero, sobre todo, necesitamos acudir al Cielo, y enmendarnos, ser justos y caritativos, porque, "el hambre y las guerras - el terrorismo es guerra contra indefensos- son consecuencia del pecado", según manifestó la Virgen en Fátima a los pastorinhos. Estamos en el centenario de las apariciones, y los pecados son, ahora, muchos más y más graves (estructuras de pecado y pecados sociales con tremenda injusticia contra los más pobres e indefensos).
Josefa Romo
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06/12/24 07:00