Sr. Director:

Cuando comentas en cualquier publicación, suelen salir comentarios de todo tipo. Yo respondí a una sobre introvertidos en LinkedIn. Muchos respondieron con sus propias experiencias, todas interesantes excepto una, tan cargada de odio, que palabras le faltaban al susodicho para burlarse de Cristo y sus seguidores, a los que deseaba el martirio. ¿Cómo pasó la conversación de gente callada a tal aberración? Por una experiencia que comparte cierta persona (experiencia que ni es suya ni de ningún conocido, sino de un extraño que estaba en el bar donde se encontraba él), en la que una monja le comentó a un chaval, ahora adulto y algo tímido, que era “el último escalón de la sociedad”. Mal, sí, y por lo visto suficiente para justificar insultos a la Cruz y la sangre de Cristo, así como el maltrato, la tortura y el martirio de todo el que se considere cristiano. Os ahorro leer el tan desagradable comentario, la esencia es esa misma: el odio a Cristo y sus seguidores. ¿Cómo se responde a semejante mensaje? ¿Cómo intentar cambiar el corazón del alguien consumido por el odio? Dejé de redactar una respuesta, la borré y tras un “perdónalo, Padre, porque no sabe lo que dice” seguido de algún que otro rezo, denuncié el comentario. Al instante, LinkedIn responde: “Gracias por denunciar el comentario de [el nombre de usuario del susodicho]. Nuestro equipo de seguridad y privacidad ha revisado el comentario y ha determinado que no incumple nuestras Políticas para la comunidad profesional” Hay que respetar el lenguaje inclusivo, pero para burlarse de Dios y desear el martirio a millones de inocentes, vía libre. Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.