Sr. Director:

La presencia del presidente de Colombia, invitado por el gobierno español, ha provocado una polémica, que los secuaces de la Leyenda Negra contra España han aplaudido con entusiasmo en la sede de la llamada Soberanía popular. Sus afirmaciones sobre el yugo opresor de España en los territorios descubiertos y evangelizados por los españoles, territorios de los que Rubén Darío, el máximo poeta de la Hispanidad, cantaba: la América que cree y Jesucristo y reza en español, son una mentira y una ofensa, máxime por parte de un dirigente a quien se le ha colgado la gran cruz de la venerable reina Isabel la Católica.

Fue precisamente esta gran Reina la que siempre hizo todo lo posible para que sus hijos los nativos como ella llamaba a los indígenas, siempre fueron tratados como verdaderos súbditos. Ya desde los primeros años ordenó instrucciones y leyes, según los principios del derecho de la universidad de Salamanca, así los de los concilios de las diócesis de Nueva España que legislaban para fomentar la similar dignidad y los mismos derechos entre los nativos y la españoles. Sin negar los abusos que se cometieron en los primeros momentos de la llegada a la Antillas, que la Leyenda Negra Petro extiende a todos los siglos, la realidad histórica fue muy diferente. Desde 1943 se legisló para que en los territorios se aplicasen las mismas leyes que en Castilla. En 1501, la Corona envió a un prestigioso canonista y teólogo Ovando para poner orden y concierto en el asunto de las Antillas. En 1512 las leyes firmadas en Burgos castigaban los abusos hacia los indios, reconociendo su libertad y sus casas propias, exigiendo la protección de la familia y de los menores de 14 años. Un momento culmen de esta legislación protectora de los nativos lo supone la escuela de Salamanca fundada por el dominico Vitoria, esta escuela llegó a sostener que ni el Papa ni el Rey no tenían ningún derecho sobre la vida de los indios ni de su territorio. Por lo tanto, el Monarca Español solo estaría legitimado para ejercer un gobierno que administrara los territorios conquistados en igualdad entre españoles y nativos, ambos con la obligación de colaboración a favor del bien común. Esta reflexión de Vitoria sería fundamental para Las Leyes de la Indias (1542) base de los Derechos Humanos. La Gran Cruz de Isabel la Católica le ha venido muy grande a Petro y no debía haberla aceptado por coherencia con particular leyenda negra.